La noche es de los poetas jóvenes (Crónica de un recital)

(Foto: Carlos Sacoto)
POR: AMANDA PAZMIÑO TORRES.

Siete fuimos los participantes en la lectura de poesía que se efectuó en el Museo Presley Norton la noche del lunes 14 de octubre, durante la Feria del libro «Arte y Erotismo» de Guayaquil. Cuatro voces femeninas y tres voces masculinas: Stephanie Apolo, Azael Álvarez, Gabriela Vargas, Yanky Smith, Daniela Cevallos, Alexis Cuzme, y yo, Amanda Pazmiño. Estábamos entre amigos y conocidos. La interacción entre nosotros se dio de forma natural, y aquella sensación se transmitió al público.
Ernesto Carrión, quien convocó a los jóvenes poetas a participar en el recital, nos introdujo ante el público al leer nuestras fichas biográficas. En ellas se evidenciaron los primeros aciertos de cada uno de los participantes: publicaciones, participaciones en ferias y proyectos editoriales alternativos.
Quizás cuando uno analiza las cosas desde dentro —es decir, cuando uno está inmerso en una situación o evento— se tienen percepciones muy agudas, a diferencia de las que un asistente pueda llegar a tener. Son observaciones muy personales, ya que no se tiene una visión distante.
Bajo esta reflexión, pienso que descubrir el torrente discursivo de cada poeta fue un reto agradable, pues, finalmente, llegué a la conclusión de que lo que nos une es la fuerza con la que se remece nuestra consciencia y el sustento vital de las emociones que se plasman en el papel. Es realmente necesario valerse de ellas para poder responder al mundo con una mirada resuelta, reflexiva (porque la poesía también se macera para devenir en filosofía) y crítica.
En el caso de las siete voces que ayer participamos verifiqué hacia dónde apuntan nuestros pensamientos como jóvenes. Los tema que deduje fueron: las consecuencias del amor (fallido o no); la canalización de los deseos; una mirada retrospectiva hacia una sociedad inflexible y austera; el dolor de sabernos individuos ante un planeta tajado por el consumismo, pero finalmente congregado por los muy apetecibles bordes de la ternura.
En total fueron cinco rondas en las que reflejamos nuestras cavilaciones sobre un mundo consternado, pero creyente aún en la esperanza. La intervención de Rodolfo Salazar Ledesma y de un guitarrista fue un breve tributo, tal como estaba programado en el evento, al poeta y músico brasileño Vinicius de Moraes por el centenario a su nacimiento, a celebrarse el próximo 19 de octubre.
La del lunes fue una lectura bajo el cielo nocturno de Guayaquil, con la participación, por default, del tráfico vehicular del centro de Guayaquil. El viento también tuvo su protagonismo: despeinó a todos al finalizar el evento.
El recital nos dejó con la sensación de que, tanto en el papel de lector como en el de oyente, la poesía genera emociones en esa intensa búsqueda de los secretos y las verdades del mundo.

Compartir