POR: AMANDA PAZMIÑO.
No se puede permanecer silente ante un texto que demanda atención urgente para ser comprendido y analizado. Es importante revisar el contenido –sumamente intenso y contundente, en este caso- de un libro publicado por una editorial alternativa como lo es Sarita Cartonera, de Perú.
En su portada puede observarse un cuidadoso quehacer artesanal; es un libro pulcro, a la altura de las exigencias de calidad de toda editorial. La cubierta de cartón es ya un anticipo del material poético que se halla en esta antología personal titulada La imagen de otro espacio, del poeta español Juan Carlos Mestre.
La selección de los poemas fue realizada por Manuel Ramos van Dick. En la introducción, elaborada por el mismo crítico, se cita a Lezama Lima, haciendo una paráfrasis de la idea nietzscheana que anuncia que los poetas (en el silencio más preciado) trabajan para descubrir lo que pasa entre cielo y tierra, aguzando su oído. Líneas más abajo, Ramos van Dick cita a Sánchez Santiago así: “la sustancia de la imaginación es la irresponsabilidad”, entonces recordamos a Jack London y su distinta percepción sobre la imaginación, pues dice, en El llamado de lo salvaje, que ella “es el camino hacia la grandeza”.
La imaginación de Mestre está encaminada hacia lo premonitorio, plantea el problema de la existencia y aplica una resolución. Es precisa la conexión de lo terrestre con lo divino en los siguientes versos: Solo la metafísica del individuo mayor, solo la relatividad del romanticismo, podrá establecer una relación absoluta entre la conciencia del cisne y los preservativos usados por un ángel.
Tienen protagonismo los resquicios que identifican al ser humano, la adquisición gratuita de una conciencia del cuerpo como instrumento capaz de lograr una de las formas más primitivas de comunicación: el amor carnal.
Mestre evoluciona en su propia poesía. Es capaz de integrar en ella múltiples actantes que cumplen un rol determinado en la sociedad, e inclusive en los espacios de lo fantástico cuando menciona a criaturas de esa índole. Existen elementos que evidencian el caos al que está sometido el hombre moderno: la oposición de discursos, como la fe religiosa y la magia.
Se intuye un ritmo en ciertos poemas que persisten con anáforas e ideas lúgubres, como la oscuridad, que es el sujeto poético permanente en el poema “Eclipse con Rimbaud”. Más adelante, incluso acierta con una cualidad del poeta cuando menciona que él padece una enfermedad inmortal y levita en los parques tumbado de espaldas.
Existe una vía alterna, ficcional, de la consecuencia del escape, es decir, la búsqueda de un refugio. Las causas de aquella vía que el poeta recorre son: la evolución de la cultura sin precedentes (principalmente, el poder tiránico de la industria) y la heredad fundacional. Han sido factores que han incidido en un destino no previsto desde sus orígenes. Es que en la poesía de Mestre saltan referentes como Keats, Rimbaud, Pound, Kafka, Wilde, Lautréamont, por citar algunos. Un tema que lo apasiona es la presión social que aliena al individuo.
Mestre evoca eventos que detonan su sensibilidad histórica en un reproche íntimo. Su voz lírica se muestra afectada por la quema de libros del Medioevo, la creación del periodismo, el capitalismo como un perjuicio, las modas como un camino hacia el patíbulo. Desde que el capitalismo ha adaptado sus costumbres a la estética del pánico los guardacostas no saben a qué atenerse, dice Mestre. Habla honesta y cruda su resignación con la que lucha ante un presente inminente y cruel, donde abunda la sinrazón y la violencia. La voz de Mestre es un llamado al recuerdo, a la responsabilidad del pensamiento que libera, pues se reconoce como un ser efímero. En esta antología se deja como herencia la verdad a través del tiempo.
Hay una auténtica manifestación de lo inimaginable, no de lo improbable. Tiene un sentido muy profundo de lo perpetuo, podría decirse que este es un canto decepcionado, y en momentos irónico frente a la comunicación –que rima con contaminación- del mundo. Pero sus versos no invitan a descansar en el permanente acorde del lamento, sino enfrentar el presente y tomar valor. Se trata de transformar, de “extraer tu bálsamo de tus venenos”, como dice Nietzsche.
CLUB
De la misma manera que unos viven otros sin entusiasmo mueren
De igual modo que unos lustran sus zapatos para bailar la polca
Otros planchan el traje con el que descenderán a la colección de
sellos usados
Unos lo hacen primero, otros por curiosidad lo harán después
A sabiendas unos se lo dicen a su madre, mandan al tinte
la gabardina
Todos los días están contados, nada perece realmente para siempre
Los medicuchos practican el deporte de aterrizar sin ruedas
Los jubilados esperan intranquilos como invencibles adolescentes
Unos se tapan los ojos antes de oír caer el pedrisco, otros
Quisieras ver tu cómo buscan la ternura
El agua de la noche no lleva la misma dirección ni pesa
de la misma manera
Los árboles son arrastrados por la corriente, Dios reaparece
quejándose en el televisor
Medio cielo está de tu parte, solo queda un vago recuerdo
de la existencia del otro
La plancha está caliente y la saliva hierve al tocarla con el dedo
Te agradezco que hayas venido, los poemas florecen como
los manzanos
LOS RECOMENDADOS DE LAUTRÉAMONT
Con franqueza, yo creo que estamos todos medio muertos
Los que están en la cola del cine esperando la planicie de nieve
Los que acaban de arrancar al coche al salir de la Bolsa
Los que llevan ya un buen rato dormidos y sueñan que están vivos
Vaya epitafio: «No voy a disimularlo, estuve como un roble»
La cabeza de Sansón rodeada de chucrut en el platillo de Dalila
Se mire por donde se mire, el mandamás, la reina de Saba, Felipe II
Los que quitan espinas a los muslos de las rosas
La poesía no ha progresado ni un milímetro
Al contrario, ha retrocedido gracias a los mismos
Que con tanto mimo recomendaba Lautréamont:
Las Grandes Cabezas Fofas de nuestra época
El Mohicano Melancólico, el Hombre con Faldas
El Socialista Huraño, el Espectro Chiflado
El Mameluco de los Sueños de Alcohol
El Compadre de las Tinieblas, el Hermafrodita Circunciso
El Incomparable Despensero, el Cautivo del Diablo
El Suicida para Llorar, el Suicida para Reír
La Cigüeña Lacrimógena, el Tigre que Ruge
La Fúnebre Estaca Verde, el Imitador de Satán
El Petimetre Descamisado Intelectual
Y el Hipopótamo de las Selvas Infernales
PONENCIA
A Pura Roy
La primera complejidad de la nostalgia es el absurdo. Luego llega el filósofo y dice quizás, un matiz más complejo de lo absurdo. La segunda complejidad de lo absurdo vuelve a ser la nostalgia de realidad, una categoría sin recuerdo de lo que ya sabíamos. Vayamos por partes, todo lo que trastorna, seduce. Federico sedujo a Engels, un proceso irreversible de las causalidades de la naturaleza. Eso no explica la complejidad, más bien la complica al infinito, nada nuevo para la matemática de los mundos posibles. La fórmula mágica del desorden implanta un rumbo definitivo a lo invisible. La tentativa didáctica resiste la rutina de la simplificación: el poema erróneo tensado por los fractales. Vivimos en la imagen de nosotros mismos, educados por la pedagogía del conflicto, metáforas, analogías aisladas del otro escenario. Amar es una perturbación creativa y escribir multiplica el sentido común a experiencia física. No existe proceso neutro, todo sistema implica despliegue, tramas de luz en desequilibrio: el barbilampiño Hӧlderin volviendo a la escuela, a la incertidumbre de los posesivos y las frases simples como hilo quirúrgico. Ecuestre lección domina el plañido, añadiría Lezama.
LECCIÓN DE GEOGRAFÍA
Quien no haya visto el mar que se levante
yo os lo voy a contar, cerrad los ojos.
Imaginad que el agua, como un caballo blanco,
se hubiera subido al campanario.
Las hojas de los árboles son peces,
la nieve, espuma de cristal sobre las olas.
Como de un vaso de luz
que sostuviera la mano de Dios,
van cayendo una a una las gotas de la vida.
Así, el inocente pájaro,
la piedra, el musgo o la mariposa
van entrando en el agua que ya todo lo cubre.
Creeréis que el mundo desde siempre,
ha ido llevándole sus ríos.
Del fuego, de la oculta ceniza de madera
ha tomado el mar su verde brote de esmeralda.
Como el ruiseñor que canta
en los jardines de la tierra
también las caracolas en sus profundos valles
celebran la música.
Por eso al acercar tu oído
a ese bello laberinto de leche
escucharás, aunque no quieras,
el inmenso ruido de la mar.
Ahora ya lo sabéis,
y solo falta empujarlo, entre todos,
al aire.