Introducción al pánico, de Tyrone Maridueña. Rastro de la iguana, 2016. 65 páginas.
POR AMANDA PAZMIÑO
“Existen 202 máscaras devorándose entre sí en la puerta de mi casa; cada 6 minutos aparecen 8 más”. Este verso, que evidencia una subjetividad dinámica, exótica, estrictamente consciente de lo que no está bajo su control, forma parte de la obra ganadora del IV Premio Nacional de Poesía Emergente Desembarco 2016. El autor es Tyrone Maridueña (Guayaquil, 1986), comunicador social y creador dedicado a las artes visuales. El lanzamiento de este poemario se hizo en el Festival de Poesía Desembarco Poético el pasado 18 de noviembre. Tres poetas latinoamericanos de larga trayectoria determinaron el fallo: Luis Manuel Pérez Boitel, Miguel Ildefonso y León Félix Batista.
Introducción al pánico es un poemario que funciona como un observatorio de personajes. Ellos experimentan la anarquía que reside en la locura, la raíz de su soledad, el amor y su pasión por tergiversar y darle un sentido placentero al dolor de una forma insistente y delirante. Se lee: “Todavía puedo ver los cuerpos que clavamos en la pared para sentir que alguien más nos odiaba con los brazos abiertos”. Y: “Dejaste huellas. Revelaste otro problema del espacio sexual en reconstrucción solo para sentir que mi muerte no fue en vano”.
Estos personajes enfrentan enredos esperpénticos en la “comunidad rota, no cantada” llamada Phardis. Son leídos a través de la compleja mirada de Jacinto Mora (primer espantapájaros), personaje encargado de limpieza de un psiquiátrico cuya obra sale a la luz por decisión de John Dahmer, un médico psiquiatra que recupera sus textos. Paralelamente, se revelan cartas de una madre a su hijo, cargadas de sinceridad y nostalgia, pero irrevocables al usar la palabra como un medio para existir y subsistir: “Hijo, ayer intenté suicidarme. Pretender el equilibrio es algo que cansa al igual que intentar reparar la mesa del comedor. Fallé en ambas”.
Este poemario sostiene una marcada influencia vanguardista, en la estética y el diseño de su discurso. La grafía tiene un lugar protagónico, ciertos capítulos no están numerados, pero sí expresan signos y trazos que marcan indicios de lo que vendrá y hay que prestar atención. Las anotaciones al margen, elaboradas en manuscrito por el autor, cobran un sentido determinante dentro de la obra, pues son el registro del contexto y la interpretación pautados el psicólogo que halló los manuscritos. Este recurso recuerda al lector la elocuencia y la meta de dejar un rastro humano más allá de la tipografía pautada por las máquinas.
Desde su cauce teatral, el texto se centra en narrar los acontecimientos dolorosos de la vida de sus personajes, ejes desencadenantes de caos interno que se exponen de una forma concisa, natural y ordenada. Se lee: “Amor, Phardis ya no tiene ‘teatros mágicos’ donde podamos encontrar la naturaleza irreversible de nuestros síntomas… Tengo miedo de salir y quedar atrapado en el lenguaje asexual que los intelectuales vomitan en las calles de doble vía”.
El pasado une eslabones para entender las circunstancias actuales de sus personajes, desarrollando el cauce psicoanalítico del poemario. En el pasado de ellos habitan fantasmas —hijos enterrados, amores tóxicos, infidelidades— que abren una reflexión sobre las relaciones humanas a través del lenguaje y el desconocimiento de los conflictos personales de los demás. En el poema “El payaso triste juega con su nariz”, se lee: “La causa: la peregrinación del amor por las botellas rotas en la cuna del hijo no nacido, y su risa torpe al intentar bailar en el baño”.
Cada uno de los personajes se adhiere a un contexto en el que sus actos son reacciones a sus experiencias anteriores: “Se acostaron y celebraron su terquedad, los dos sonrieron (sin verse) ella cruzó la habitación sin disfraces, él cambió de sitio las cenizas de su segunda esposa”. Existe también una veta cinematográfica en un registro que propone lo surreal, lo extraño: “Mi amor, mi amor, ¿cortaste su mano derecha? La moraleja entre sus piernas solo conoce la frontera donde el cuento sobre la mujer/canto/huida intenta aceptar que el libro está cerrado. ¿Quién lo cerró?”
La escritura de este poemario es un acto de resistencia ante el vacío que puede provocar la vida. Sin ignorar que la humanidad está en el mismo plano, entonces, ya no es tan difícil enfrentar lo que inicialmente significó desaliento.