Jesús David Curbelo, traductor, traidor

Jorge Luis Borges escribió en su ensayo Las versiones homéricas que “ningún problema tan consustancial con las letras con su modesto misterio como el que propone una traducción”. Pero, aparentemente, es un problema que el poeta cubano Jesús David Curbelo está dispuesto a enfrentar. La frase “traductor, traidor”, forjada por la visión desarrollada en torno al plagio de contenidos, no es aceptada por Curbelo, quien desde su labor como traductor, cree en la coautoría y la reescritura de textos que se enriquecen con la alternancia de contextos culturales y lingüísticos aportados por él.

En su paso por Ecuador presentó el libro Por la senda de Judas (Ediciones de la Línea Imaginaria, 2014), cuyo contenido es una antología de poemas de amor. De acuerdo a las palabras de Curbelo, en la traducción se comete una suerte de traición, como en el caso de Judas Iscariote, frente al texto reinterpretado y el título del libro nace “de la envidia y de la adoración que suelen anonadar al traductor ante los hallazgos del autor principal, y de los acertijos a que este nos somete cuando queremos transcribirlos a nuestro idioma”.

El proceso de selección de los poemas fue meramente afectivo,  sin embargo, ciertas barreras idiomáticas no permitieron que se publicasen textos checos, árabes, japoneses, chinos, entre otros.

En el libro se condensan distintas voces líricas, separadas de manera casi cronológica, que nos ofrecen un panorama clásico y moderno sobre el enamoramiento, la ausencia, la posesión y conquista del amado, los celos,  los encuentros carnales, etc. El lector que se acerque a esta obra, podrá abordar desde una mirada contemporánea algunos tópicos antiguos como el “amor post mortem”;  por ejemplo en el tercer poema de esta antología, titulado “de corazón quiero servir a Dios”, la voz lírica habla frente al umbral de la muerte, para pedirle a la divinidad, que su amada lo acompañe al paraíso.

También se ven presentes otros tópicos como “ignis amoris (el fuego del amor) y “oculus sicaris (ojos homicidas) en los versos del poeta Joachim du Bellay: “esos cabellos de oro son los lazos, señora, donde primero mi libertad fue prendida, Amor la llama en torno del corazón enciende, y esos ojos son dardos que el alma traspasan”. Aunque ciertos lectores pueden llegar a encontrar caducos estos temas, a medida que avancen hallarán ciertos cuadros descriptivos de relaciones interpersonales y guiños a la situación del amor en el  presente.

En el poema de George-Louis Godeau se construye de manera casi cinematográfica el encuentro entre dos amantes: “En una calle tranquila, una mujer da cien pasos. De tiempo en tiempo, mira su reloj. Lleva gafas oscuras. Aparece un auto, en rueda libre. El chofer está pálido, como un malhechor. Lleva gafas oscuras. Dos sonrisas, apenas se intercambian. Una puerta se cierra, Ellos se salvan. Los amantes del sábado tienen miedo de sus sombras”. Mientras que otros poemas plantean una visión de la cotidianidad y la pulsación sexual presente en las relaciones amorosas.  En los siguientes versos de Paul Keineg encontramos el elemento de lo erótico y la metáfora captura estas imágenes: “el agua verde en los músculos lisos que levanta los senos y pule el clítoris. Mi amor no es contra natura, mi amor gotea una leche fresca al salir del baño”.
Jesús David Curbelo ha logrado resumir desde su cosmovisión, el desarrollo del tópico sobre el amor a lo largo de distintos períodos históricos y literarios. El lector no solo se enfrenta a miradas colindantes con su tiempo, sino también tiene que optar por un acercamiento estético a voces más antiguas como Dante Alighieri y Francesco Petrarca, confirmando una vez más que en la Literatura hay un constante proceso de retroalimentación, y que el traductor juega un rol fundamental.


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