Historia de una librería

“Tolstói no tiene nada que ver con Toy Story, por favor no insista.”
Libros, editoriales, lectores, bibliotecas y librerías. A ratos, cuando pienso en cualquiera de estas instancias de la lectura, me parece que se trata de entelequias. Es posible que esto se deba a que cada una de ellas —porque no se trata de una sola lectura, sino de varias— forma una cadena a veces enlazada, a ratos variable, en algunos lugares ausente de la realidad. Lo más probable es que sea mi propia ignorancia la que me lleva a pensar en entelequias; por pereza mental, debo decir, o porque es más fácil mantener ideas fijas, como, por ejemplo, que nada ha existido y que todo es nuevo.
Sé que existe la librería Tolstói, he estado ahí, he visto a Karina Sánchez, su creadora. En algunas ocasiones las palabras sobran cuando nos encontramos con quienes creemos que son nuestros similares, o nuestros pares, y es mejor conservar el silencio. El tiempo, que devuelve muchas veces espejos, me muestra que fue lo mejor. Por Facebook hablo con Karina de los libros de Cadáver Exquisito, mi editorial, que se han vendido allá, en su librería, y ella me cuenta que además de un pago me enviará un pequeño paquete de unos libros para que yo “disponga” de ellos y que le  haga llegar uno a la escritora Martha Chávez.
Dos días después llega el pequeño libro rosado de Karina Sánchez con un sello que dice La Reina Press, un corazón en el centro y, con letras de neón, el título: ¿Por qué tener una librería? Inmediatamente dejo de hacer lo que estoy haciendo y me devoro el libro. En este caso, devorar es literal porque el libro es tan pequeño que acabé con él en cuatro mordiscos, y con felicidad puedo decir que aún no lo digiero.
Los cinco primeros años de Tolstói se convierten en mi alimento. Me agrada la adjetivación precisa. Son los “primeros” cinco años de una librería independiente, y esto me asegura que vendrán más.
Ochenta y tres páginas fluidamente narradas sobre la experiencia de emprender el camino de crear una librería es lo que Karina nos entrega en este libro cero, primero de la colección de La Reina Press, que se piensa como “un catálogo-museo heterodoxo que versará sobre arte, política, cultura popular, pensamiento y narrativa, que aporte al debate del presente y al cultivo de lo sensible”.
Karina se pregunta para qué sirven las librerías, qué representan estos espacios en la vida cultural de las ciudades, por qué son necesarias y, por supuesto, qué ha significado para ella tener Tolstói.
La indagación sobre su pasión suscita las páginas más emotivas de testimonio cultural que he leído en el último año. Su narración está llena de sentimientos intensos, de hechos y nombres de otros espacios, de otros tiempos, de librerías que abrieron caminos como Libri Mundi de Enrique Grosse-Luemern y Marcela García, o al ya mítico librero de los libreros, Édgar Freire, tantas veces mencionado por otro librero, Marco González, o Cris Albán. Por ahí transitan los nombres de Mónica Varea y su Rayuela; pero también se habla de la influencia de los libreros alemanes en Quito, como es el caso de Carlos Liebmann, dueño de Su Librería allá por los años 20 y 40, ubicada en el Palacio Arzobispal; o la todavía viva Librería Española, fundada por Arsenio Briz Sánchez; la librería Científica, de Bruno Moritz, en donde trabajó Emma Chiriboga, quien luego fundó Studium; hasta la librería Luz, de libros usados, fundada por  José Gabriel Cali.
De todos los capítulos de ¿Por qué tener una librería? mi preferido es «Los sueños». En él hay un despliegue de narrativa inolvidable.
03 de julio de 2011: Sueño con un incendio, yo estoy en la librería, veo que caen chispas de fuego de un edificio cercano, tengo miedo de que el fuego llegue hasta la librería, consigo virar dos estanterías. Los edificios cercanos están quemados.

22 de marzo de 2012: El día lunes 19 hubo un incendio en el bloque C del condominio. Soñé con un incendio el 3 de julio del año pasado.

05 de octubre de 2011: Ayer soñé con mi papá, yo tomaba un bus por el mercado de La Ofelia, era de noche. Los asientos del bus eran para tres personas, había alguien a la ventana pero no recuerdo quién era, yo iba en el asiento del medio y mi papá iba al lado derecho, yo sabía que él estaba muerto, él llevaba un libro de Georges Perec, era Un hombre que duerme.

13 de agosto de 2012: Ayer soñé con Blanca Varela, estaba en mi casa y yo le pedía a mi papá que nos tomara una foto.

24 de octubre de 2012: Ayer soñé con la escritora Gabriela Alemán, ella tenía una casa muy grande, pero se había propuesto ir haciendo reducciones a la misma, yendo de una construcción espaciosa a un cuarto pequeño, hasta finalmente experimentar estos recortes en su propio cuerpo y quedar solo en cabeza.

28 de enero de 2013: Ayer soñé con Louise Bourgeois. Soñé que compraba su libro.

8 de noviembre de 2013: Ayer soñé con C.R. (cliente y amigo muy querido). Él me llamó por teléfono para despedirse, me dijo que ya estaba un poco en el más allá. Me mandó saludos para O., y yo le mandé saludos para su esposa (solo vino una vez más y no lo volví a ver).

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