POR: NELLY MARRIOTT.
Pablo Palacio nos rescató, logró crearnos en otra dimensión y explorar en el interior de nuestras cuevas neuronales.Quizá nadie pensó seriamente en las presencias desapercibidas que se encontraban entre nosotros, como un antropófago, o como una doble y única mujer, pero este escritor veía más allá que las calles inundadas de ecuatorianos simples, comunes y corrientes, podía observar y defender las sombras de todos, y digo sombras porque a todos nos cubre una y no pueden ser una anormalidad porque todos adquirimos la característica de las diferencias, normal para mí, anormal para los demás, está y existe.
Aproximadamente en 1920, este loco y absurdo, como le podrían haber dicho, inició con una renovación en el arte, con el vanguardismo en su literatura, fue excelente como plasmó en letras el quiebre y distorsión del sistema social de ese tiempo.
Este movimiento en sus historias fue el suceso que lo convirtió transcendental en la literatura ecuatoriana y su función social. Lo primordial en el mar de Pablo Palacio eran los temas tabú, desordenando lo superficial con lo oculto que pretendía disimular en tiempos aquellos, él trataba de mostrar a flor de piel lo clandestino en las sombras de las ciudades del Ecuador, algo que rechazaban aceptar los individuos que residían en la misma. En dicha época Palacio opta por inclinarse en las esquinas marginales, aferrarse a escribir parodias de lo extravagante y monstruoso, sacar a la luz lo que la sociedad mantenía oprimida en la oscuridad para pretender que no existía. Los personajes de sus cuentos que presentaban ironía, vergüenza, asco y pena, de esta manera lograron crear escandalo entre los medios y la gente y así rechazar las letras que herían a estas personas por sus narraciones.
La complicación de la mente de Pablo Palacio fue que se adelantó a su época, compresible a causa de los problemas en los que él se vio envuelto desde muy pequeño como sufrir la muerte de su madre a los 6 años de edad y nunca haber conocido a su padre. También el accidente que sufrió al caer en el río de la Chorrera del Pedestal en su natal Loja, esta catástrofe causó heridas muy graves en su cabeza la cual se especula que puede ser una gran procedencia a la enfermedad mental en sus últimos años de vida.
Menciono que es comprensible porque sus ideas volaban en otro camino, distinto al costumbrismo de sus alrededores puesto que su vida era distinta a los demás mortales.
Gracias a la locura de este diamante nos abrió las puertas a un nuevo estilo para la literatura ecuatoriana, siendo contracorriente e impredecible sus letras son admiradas por ser audaz al atreverse en publicar su imaginación de tal naturaleza, siendo tan controversial y hacerse notar por su postura firma ante revelar y hacer notar las sombras del Ecuador.
Sus últimos años de vida fueron como los primeros años de su vida, tristes, doloroso, su locura empezó a subir unas escalinatas sin retorno y murió en un hospital psiquiátrico en el cual la mujer de su vida lo cuidó como si fuera su hijo, su hermano, su todo.