La batalla cultural


La lucha por la mente de Picasso: las armas culturales del capitalismo durante la Guerra Fría
Dadme cien millones de dólares y mil personas dedicadas y garantizo crear tal agitación democrática entre las masas —sí, incluso entre los soldados— del propio imperio de Stalin, que todos sus problemas, por un largo tiempo, serán internos.
Yo puedo encontrar las personas.
Sidney Hook
A pesar de que la Guerra Fría nunca desembocó en el conflicto bélico para el cual Estados Unidos (EEUU) y la Unión Soviética (URSS) se habían estado preparando, el conflicto cultural entre sus protagonistas estuvo vivo durante años. Mientras que la URSS se apropiaba del arte para fines propagandísticos e impulsaba el Realismo Socialista a lo largo de sus fronteras, su contraparte norteamericana no podía quedarse atrás, sobre todo cuando rondaba el presentimiento de que ésta era una guerra que estaba perdiendo. Existían importantes preocupaciones sobre la afinidad de los intelectuales y los artistas por el comunismo por un lado, y por otro, el apoyo a la idea de democracia norteamericana por sobre la dictadura soviética entre los europeos era totalmente impredecible e incierto.
                Por lo tanto, el gobierno de Estados Unidos tomó cartas en el asunto y empezó a idear maneras de promover culturalmente, y a una escala global, su ideología política y económica: la democracia capitalista, tratando de ganar mentes y corazones adeptos.
Sidney Hook en la inauguración del
Congreso para la Libertad Cultural
El 26 de Junio de 1950 en Berlín occidental,se inauguró el Congreso para la Libertad Cultural (CCF por sus siglas en inglés) con la presencia de aproximadamente 200 delegados y 4000 asistentes. Intelectuales europeos y norteamericanos de varias visiones políticas se hicieron presentes con el objetivo de mostrarle al mundo la compatibilidad superior que existía entre la cultura y la democracia. La simbiosis entre conservadores, ex socialistas y la izquierda anticomunista generó un sinnúmero de opiniones rivales y tensiones. El CCF se convirtió en un hito de la época de la Guerra Fría. En el pico de su actividad, el CCF tenía oficinas en 35 países, financiaba eventos artísticos internacionales, organizaba conferencias y estaba a cargo de varias publicaciones, tales como la revista Encounter. Los más prominentes intelectuales de la época escribieron en dichos espacios: Isaiah Berlin, Sidney Hook, Vladimir Nabokov, Jorge Luis Borges y Bertrand Russellpara mencionar algunos. Sin duda, el Congreso para la Libertad Cultural fue uno de los proyectos más exitosos de la CIA.
La revista Encounter,
edición de Diciembre 1962
A inicios de la Guerra Fría, la Oficina de Coordinación de Políticas (OPC) y la Agencia Central de Inteligencia (CIA) necesitaban una manera de desafiar a los soviéticos en su propio juego de propaganda cultural. Nace la idea del Congreso gracias a una propuesta de Michael Josselson. Josselson había trabajado para la Oficina del Departamento de Estado de los EE.UU. en Alemania. En esta posición fue responsable de la «desnazificación» de los principales intelectuales y dirigentes alemanes, así como de la edición y difusión de propaganda anticomunista. Es durante este período donde nacen los vínculos de Josselson con la CIA. Una vez que el proyecto del Congreso estuvo en marcha, Josselson se convirtió en el director ejecutivo del CCF, cargo que ocuparía por los próximos 16 años. Para sus actividades –las cuales incluyeron campañas de desprestigio a escritores comunistas como Pablo Neruda2–, el Congreso contaba con un presupuesto de casi un millón de dólares, procedentes en buena parte de fundaciones como las de Ford y Rockefeller, las que trabajaban en cooperación con la CIA, y otras fundaciones falsas que ayudaban a canalizar el financiamiento encubierto de esta agencia al CCF.
30. Jackson Pollock  (1950)
Este tipo de financiamiento y promoción artística encubierta eran conocidos como “long-leash”, de correa larga. Por tanto, la mayoría de personas involucradas no tenían idea de que su trabajo estaba siendo utilizado como arma en la guerra cultural contra la Unión Soviética.
Los artistas del Expresionismo Abstracto fueron –sin saberlo– unos de los más beneficiados en estas cruzadas. En los años cincuenta, este movimiento artístico era ignorado e incluso rechazado por una parte considerable de los norteamericanos. Un ejemplo de esto son las declaraciones del congresista republicano George Dondero, que había calificado a estas pinturas como “depravadas”, “destructivas” y parte de una “conspiración comunista”. Sin embargo, los funcionarios del CCF y de la CIA pensaban lo contrario. El Expresionismo Abstracto era la manifestación más pura y cruda del individualismo, y como tal, era un tipo de arte que dejaba al Realismo Socialista como un estilo más rígido y confinado de lo que ya era.
Tom Braden.
Importante agente de la CIA
durante la Guerra Fría Cultural.
En conjunto con personas como Nelson Rockefeller, presidente del Museo de Arte Moderno de Nueva York, y Tom Braden, agente encubierto de la CIA y en tal condición, secretario ejecutivo del mismo museo, se realizaron varias exhibiciones internacionales que buscaban promover una visión artística sobre el criterio de lo políticamente conveniente. La más relevante de esas exhibiciones fue “The New American Painting”, que por el periodo de un año se presentó en varios países de Europa trabajos, mostrando obras de Jason Pollock, Mark Rothko, Willem de Kooning, Arshile Gorky, entre otros. Así, hicieron del Expresionismo Abstracto un movimiento de admiración global.
Dwarfs.
William Baziontes (1947)
Otra de las importantes misiones de la agencia era infiltrar literatura detrás de la Cortina de Hierro, facilitando copias de novelas como “Doctor Zhivago” de Boris Pasternak o “Retrato del Artista Adolescente” de James Joyce a los lectores soviéticos3. La CIA también publicó “La Nueva Clase” del conocido disidente yugoslavo Milovan Đilas a través de la organización Praeger. Directa o indirectamente, la CIA ayudó con el financiamiento de más de mil libros que, a su consideración, tenían “gran potencial propagandístico”.
En el ámbito musical, el arma más relevante de Estados Unidos fue el jazz. El departamento de Estado patrocinó varios tours internacionales, no sólo por ser el jazz una viva expresión de la libertad, sino en un intento para acabar con la imagen racista que el mundo tenía de los EEUU. Estos “embajadores del jazz” fueron considerados como “símbolos de buena voluntad de la democracia estadounidense»4. Dizzy Gillespie dio conciertos en Turquía, Pakistan y Brasil.  Benny Goodman y Duke Ellington dieron sus conciertos en la Unión Soviética, y Louis Armstrong tocó en un tour de seis meses en África, luego de rechazar la invitación para ir a la URSS5.
Duke Ellington firmando
autógrafos en la Unión Soviética (1971)
Todas estas plataformas culturales fueron expuestas, y sobre todo, los planes secretos se fueron descubriendo con el tiempo -mientras los contribuyentes norteamericanos se enteraban, frecuentemente con indignación, en qué el gobierno se estaba gastando su dinero-. El impacto cultural de la promoción y financiamiento político es evidente, cuyo impulso lanzó obras a la fama mundial, pero es difícil cuantificar el impacto propagandístico que llegó a tener esta aplicación del poder blando.
Tom Braden llamó a este plan de lucha cultural: “La batalla por la mente de Picasso”, pero como sabemos, la democracia capitalista nunca pudo ganar la mente ni el corazón del artista español. Picasso fue durante toda su vida un comunista, aunque fuera uno malo.
El retrato de Stalin por Pablo Picasso.
Publicado en Les Lettres Francaises (1952)
***
1.- Berlín occidental fue elegido como lugar para la inaguración del Congreso por su ubicación desafiante: una “isla de libertad rodeada por un mar comunista”. 
2.- La campaña de desprestigio contra Neruda se intensificó cuando el poeta chileno estuvo nominado al Premio Nobel de Literatura en 1964. La campaña incluyó informes que afirmaban la “imposibilidad de separar al Neruda artista del propagandista político del totalitarismo”. Si bien, la Academia sueca no otorgó finalmente el premio a Neruda, se lo dio a Sartre, lo que tampoco fue de total agrado para los miembros del CCF.
3.- En la EXPO’58 en Bruselas, a la cual asistieron muchos visitantes soviéticos, el pabellón del Vaticano repartió copias gratis de “Doctor Zhivago” a los asistentes.
4.- A diferencia de los pintores abstractos, los embajadores del jazz sí estaban plenamente conscientes de las intenciones del gobierno estadounidense, dado que los tours eran frontalmente organizados por el Departamento de Estado. Dizzy Gillespie, por ejemplo, se negó a recibir la “charla instructiva” del Departamento de Estado sobre cómo responder las preguntas sobre las relaciones de raza diciendo: “yo no voy a pedir disculpas por las políticas racistas de los Estados Unidos”. 
5.- El rechazo de la invitación a la Unión Soviética fue justamente por una razón política. Armstrong criticó abiertamente al presidente Eisenhower por no enviar a las tropas a Little Rock, Arkansas, a efectos de obligar el cumplimiento de las leyes de integración racial en las escuelas. «La forma en la que están tratando a mi gente en el Sur, el gobierno se puede ir al infierno», dijo. «Está empeorando, un hombre de color no tiene ningún país».

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