El último lector

POR: JULIE CAÑARTE.
El último lector se constituye como un viaje a través de los escritores contemporáneos y como ellos se convierten en lectores de su propia obra, es decir escriben no para que se lea su obra, sino que la obra lea a sus lectores a la vez. Se compone por seis divisiones dentro de las cuales podemos identificar diferentes narradores, analizaremos cada una de ellas y en los escritores que usa para justificarlo.
La primera parte pregunta «Qué es un lector», nos llama a descubrir de dónde proviene el lector para cierto texto o si son los textos los que crean a los lectores; empezamos con Borges, en sus cuentos descubrimos personajes inusuales, siempre apegados a textos, un bibliotecario, un lector aferrado a su libro, es así como se redescubre la lectura. Así como se suele decir que todo está escrito:
    «La certidumbre de que todo está escrito nos anula y nos afantasma»
Así mismo no hay nuevas formas de leer, excepto con Borges ya que la lectura es un arte de la microscopia, es un asunto óptico como dirá Piglia; con Borges exploramos un nuevo mundo de letras donde hay un reordenamiento de los textos, de las palabras, de la ilusión de leer para que entonces el mismo Aleph, el lugar donde confluyen todos los puntos del universo, sea el texto y encontremos una nueva forma de leerlo.
Borges es considerado por Piglia el lector más creativo, más arbitrario, más imaginativo que haya existido desde Don Quijote; sus textos lo aseveran como en Tlön, Uqbar, Orbis Tertius donde la misma obra empieza con un texto perdido, no sabemos sobre qué, ni por qué lo han escondido sin embargo, son las palabras las que importan, es el texto el que los «hará libres». Esto también se demuestra con la entrada de Hamlet a escena después de ver el fantasma de su padre, este entran leyendo un libro, no sabemos cuál, ni importa dicho por el mismo «son palabras, palabras, palabras», este lector clásico nos demuestra la importancia en la tragedia de la lectura, le da un tono de melancolía, el leer es cuestión de dramatismo hasta cierto punto.
El siguiente punto del libro es Un relato sobre Kafka, a veces hay que leer desde el mismo autor para comprenderlo, en este caso nuestro autor escribe cartas, más de trescientas cartas a su amor/lector Felice, creando así un largo poema pero esta escritura mientras mantiene la conexión, a la vez se enfoca en la distancia, es la manera de tener un lector, y este lector es puro porque es un texto totalmente enfocado en ella. Vemos así un nuevo tipo de lector, el lector leído, es un texto que lee a su lector más que un lector buscando un texto que le siente, o que se le ajuste. Kafka primero establece un enlace enigmático y luego encuentra el sentido, entonces hay una conexión instantánea del lector con el texto consiguiendo así su propósito, este autor inventa a sus lectores quizás de la misma manera en que logra inventar sus relatos.
La tercera parte de este texto se llama Lectores imaginarios, comenzamos por el género policial y Edgar Allan Poe, el más famoso de los relatos Crímenes en la rue Morgue donde el narrador conoce a Auguste Dupin por azar, mientras buscan un mismo libro, no sabemos cuál pero sabemos que esa casualidad los une, este mismo encuentro configura la clásica pareja de hombres solos atados por la pasión de investigar, como Holmes y Watson, estos hombres se vuelven la pareja que resuelve los misterios que la obra presente. Otras de las características de Poe es la estrategia del cuarto cerrado, los misterios suceden en habitaciones cerradas por fuera donde no hay indicios de forcejeos o trampas de escape, de cierta manera explícita se demuestra un complot o confabulación para que estos sucedan; otro factor es la misoginia, los relatos policiacos tienen su peso en la masculinidad, las mujeres se presentan como víctimas y ellos son quienes las salvan o las vengan.
El cuarto punto es Ernesto Guevara, rastros de lectura, el lector se vuelve un descifrador, el Che nos transporta a la guerra y al imaginario de la revolución, hay que saber interpretar su mensaje para entender el trasfondo elemental de vivir la revolución.
Hay una foto del Che leyendo subido en un árbol, la lectura se convierte en su refugio, una adicción como el afirma: «Mis dos debilidades fundamentales: el tabaco y la lectura». El revolucionario lee a través de la experiencia, este es el lector infatigable porque su vida se divide en etapas y todas estas las acompaña un texto, este es el inevitable viaje que su vida elige hacer por el por lo que ha escogido ser: un guerrero, guerrillero, de condottieri.
La quinta parte La linterna de Anna Karenina, la novela de Tolstoi construye una imagen de lo que podríamos llamar la lectora de novelas que descifra su propia vida a través de las ficciones de la intriga, que ve en la novela modelo privilegiado de experiencia real. Ya lo cuestiono Sartre antes, leemos novelas porque en ellas encontramos cierto aspecto parecido o faltante de nuestras vidas, con Anna Karenina logramos encontrar a la lectora perfecta que lee para acompañar su sufrimiento.
Pero no solo la vemos a ella, el mejor cuento de Cortázar empieza con el sillón verde, donde un lector lee un cuento sobre un hombre que llega a matar a su víctima sentada leyendo en un sillón verde; los cuentos de Cortázar no tratan de leer una vida posible que se pretende alcanzar sino letras del destino, se lee la propia historia dentro del texto.
Finalmente la sexta parte Cómo está hecho el «Ulysses»,  este fragmento nos interesa porque explora a los lectores rusos que definen la relación con un texto en función de cómo ha sido construido y plantean los problemas de la construcción y no los problemas de la interpretación.  Otro de los puntos principales es que en el Ulysses leer es asociar y la lectura se mezcla con la experiencia, busca emociones, sentimientos, formas corporales; hay una sublimación de lectura y la forma de escribir.
Este libro nos ha llevado a través de una propuesta de imaginarios y lectores únicos, estos lectores creados a partir de sus autores y de cada una de sus obras que demuestran a través de su discurso como es que nos convertimos en diferentes lectores; sea esto clásico, nuevo, o el lector creado para ser leído. Es una propuesta que se fundamenta en el cuestionamiento recurrente de que es un lector, hacia donde vamos, por qué escogemos tales obras, un cuestionamiento se podría decir filosófico casi, es por esto que creo que si este tema se analizara más a fondo podría considerarse dentro de los estudios culturales ya que se efectúan dentro de la alteridad, entonces los lectores cambian así mismo como los autores y los textos evolucionan. Piglia nos lleva a través de un recorrido que encierra la necesidad de entender al lector quizás para comprenderse más los propios autores o con el fin de explorar un mundo que se transforma, un mundo que no se toca para cuestionar con por qué sino al que se le contribuye a través de más obras. A la vez considero necesario recalcar la importancia del texto de Piglia al ir un poco más allá de lo que los textos ofrecen, relacionarlos con sus vidas, sus textos, el mundo, casi un estudio del todo para poder comprender lo que pasa por la mente de los autores y así podemos descifrar de donde se origina un tipo de lector, qué lo mantiene vivo, qué lo diferencia de los otros. Piglia nos habla del último lector por la canción de Charles Ivens, basada en el poema de Oliver Wendell Holmes que le plantó la idea en la cabeza, un libro que descubra en el fondo quién sería el último lector.

Compartir