El Jabberwocky de Lewis Carroll

POR: LEWIS CARROLL

‘Twas brillig, and the slithy toves

Did gyre and gimble in the wabe;
All mimsy were the borogoves,
And the mome raths outgrabe.
‘Beware the Jabberwock, my son!
The jaws that bite, the claws that catch!
Beware the Jubjub bird, and shun
The frumious Bandersnatch!’
He took his vorpal sword in hand:
Long time the manxome foe he sought–
So rested he by the Tumtum tree,
And stood awhile in thought.
And as in uffish thought he stood,
The Jabberwock, with eyes of flame,
Came whiffling through the tulgey wood,
And burbled as it came!
One, two! One, two! And through and through
The vorpal blade went snicker-snack!
He left it dead, and with its head
He went galumphing back.
‘And hast thou slain the Jabberwock?
Come to my arms, my beamish boy!
O frabjous day! Callooh! Callay!’
He chortled in his joy.
‘Twas brillig, and the slithy toves
Did gyre and gimble in the wabe;
All mimsy were the borogoves,
And the mome raths outgrabe.
Jerigóndor

Versión de Francisco Torres Oliver, incluida en Alicia anotada, edición de Martin Gardner. Akal Editor, Madrid, 1984.
Cocillaba el día y las tovas agilimosas
giroscopaban y barrenaban en el larde.
Todos debirables estaban los burgovos,
y silbramaban las alecas rastas.
«¡Cuídate, hijo mío, del Jerigóndor,
que sus dientes muerden y sus garras agarran!
¡Cuídate del pájaro Jubjub, y huye
del frumioso zumbabadanas!»
Echó mano a su espada vorpal;
buscó largo tiempo al manxomo enemigo,
descansó junto al árbol Tumtum,
y permaneció tiempo y tiempo meditando.
Y, estando sumido en irribumdos pensamientos,
surgió, con ojos de fuego,
bafeando, el Jerigóndor del túlgido bosque,
y burbulló al llegar.
¡Zis, zas! ¡Zis, zas! ¡Una y otra vez
tajó y hendió la hoja vorpal!
Cayó sin vida, y con su cabeza,
emprendió galofante su regreso.
«¿Has matado al Jerigóndor?
Ven a mis brazos, sonrillante chiquillo,
¡Ah, frazoso día! ¡Calós! ¡Calay!»
mientras él resorreía de gozo.
Cocillaba el día y las tovas agilimosas
giroscopaban y barrenaban en el larde.
Todos debirables estaban los burgovos,
y silbramaban las alecas rastas.
El flonstluo
Una cremosa mañana de printampera cuando la brisa boplaba y el mar estaba dirazo de volas, la madre calió al hardin, ajustando a los prájaros que micoteavan las gasmi de nap en el buelo, y exclamó:
-¡Ten cuidado, hijo mío, del flonstluo! Su espico desgarra, y sus nuñas se clavan en todo. ¡Ten cuidado de ese prájaro, y evita su frumiosa merretida y su cambre insastiaple!
El muchacho emñupó su razafilado sable y anastuvo sin parar chumo siempo en busca del enemigo inbenziple de los hombres. Hinastalmente se puso a retoscar junto al roble Tumtum, mientras se hundía en sus mensahomientos.
Al baco de un taro, cuando reflexionaba, el flonstluo, cuyos ojos despedían llamas, llegó polanto a través de la densa celsbla, como un aterrospantoso vienuracán, rufierto de escamas duras como el hierro, rola de lagarto y zalas de murciélago.
¡Uno, dos! ¡Uno, dos! ¡Uno, dos! Así el sable razafilado, una y otra vez, tasajó las escamas duras como el hierro, entrando como un relrayo en la carne apestosoliente. El muchacho preroico estaba agotado, cuando, hinastlmente, la cabeza de su enemigo se rescayó a sus pies. La cogió, la metió en uns sacolsa y corrió cuanto pudo hasta la masaca de su madre querida.
Ésta al verle exclamó:
-¡Hijo, hijo mío! ¿No te ha ocusado nada? ¿Estás bien? ¿Y has matado al asusterrible flonstluo?
El muchacho le enseñó la cabeza de su enemigo.
-¡Deja que te besabrace, osaliente y preroico hijo!- gritó con sobrorchullo su madre.
¡Qué día de alobogría fue aquél! ¡Briva! ¡Braviva! ¡Brova! Todo el mundo aplaudió contenzo, y el muchacho narrescló su hazaña.
Fue en una cremosa mañana de printampera, cuando la prisa boplaba, el mar estaba dirazo de volas y los prájaros
Parte del estilo sin sentido de Lewis Carroll, el autor británico lo incluye dentro de Alicia a través del espejo. Al ser un juego de palabras fusionadas y otras inventadas por el propio Carroll, es considerado el mejor poema sin sentido en idioma inglés.

Compartir