El incesto: la esquina pervertida de los escritores latinoamericanos

POR: ARTURO CERVANTES.

Jaime Bayly, el periodista peruano que cada que se aburre inventa una nueva polémica, en el 2011 calificó de “premio Nobel del Incesto” a su compatriota Mario Vargas Llosa. El espinoso comentario, que rápidamente se convirtió en la comidilla de la prensa mundial, hacía referencia a una de las novelas más autobiográficas de *Vargas Llosa: ‘La tía Julia y el escribidor’ (1977). Esta obra tiene como protagonista a Mario, un joven de 18 años que aspira a ser un talentoso escritor y que se enamora de su tía Julia, que es divorciada y 14 años mayor que él. Pese a la oposición de la familia, ambos personajes terminan casándose en la novela.
No era la primera vez que uno de los autores del Boom latinoamericano asumía el complejo tema del incesto en su literatura. Ya antes lo habían hecho el colombiano Gabriel García Márquez, en su novela ‘Cien años de soledad’ (1967); el mexicano Juan Rulfo en su obra ‘Pedro Páramo’ (1955); y el argentino Julio Cortázar en dos de sus cuentos incluidos en su libro Bestiario (1951).
“El boom latinoamericano quiso tentar los límites de la ética civil y social. Por eso era frecuente que tratasen de una manera muy frontal el tema del incesto“, opina el escritor guayaquileño Luis Carlos Mussó.
El crítico peruano Efraín Kristal, catedrático de Literatura Latinoamericana  en la Universidad de California, asegura en una entrevista concedida al diario La República de Perú que el incesto es el tema central de la literatura hispanoamericana. ¿Por qué a los autores de estas latitudes les ha tentado esta temática? Kristal lo explica así: “Una crisis familiar es también la crisis de toda una sociedad o de todo un mundo”. Una situación particular fácil podría tener resonancias universales.
El conflicto en la novela ‘Cien años de soledad’ estalla cuando José Arcadio Buendía y Úrsula Iguarán se casan pese a ser primos. La boda se realiza en medio de temores de lo que podría pasar: según la creencia popular, las relaciones sexuales entre familiares provoca que los hijos nazcan con cola de cerdo. Prácticamente toda la novela es la postergación de ese temor. En Macondo, lugar ficticio donde se desarrolla el relato, se presentan más casos incestuosos: el de José Arcadio (hijo de José Arcadio Buendía) con su hermana Rebeca; el de Aureliano José que se enamora de su tía Amaranta; el de Amaranta Úrsula y su sobrino Aureliano… El castigo que recibe Macondo –el ser arrasado por vientos huracanados y “borrado de toda memoria humana” – es la consecuencia de esa oscura costumbre de sus habitantes de tener relaciones entre parientes dentro de los grados en que, culturalmente, está prohibido el matrimonio.
En la novela ‘Pedro Páramo’, el personaje Juan Preciado es recibido en una casa en la que conviven una pareja de hermanos. En la obra se narra que, en una ocasión, un cura se acercó a este hogar y, luego de comprobar esta relación incestuosa, se negó a casarlos y darles el perdón.  “Eso no se perdona”, enfatizó el clérigo y se marchó con asco.
Cortázar en cambio prefirió rozar el tema del incesto de una manera más ambigua. En su breve cuento Casa Tomada, resulta extraño que Irene y el protagonista de la historia (cuyo nombre no conocemos) sean dos hermanos que viven 40 años solos en una espaciosa casa. Se suelta un detalle más que nos hacen pensar en incesto: ambos han rechazado a todos sus pretendientes para seguir juntos en su “silencioso y simple matrimonio de hermanos”.
En Bestiario, otra de sus historias incluidas en el libro de cuentos que lleva el mismo nombre,  también aparece de manera confusa este tema. El narrador nos cuenta que Nene observa a su hermana Rema como “alguien que mira una perversidad infinita”. Algunos críticos han concluido que el desenlace del cuento –Nene es atacado por un tigre– no es otra cosa que un castigo por su aparente relación incestuosa en la familia Funes.
Prácticamente un siglo antes, en el período conocido como el romanticismo que en Latinoamérica se llevó a cabo aproximadamente entre los años 1830 y 1890, existieron al menos cuatro novelas que también incluyeron el tema del incesto, pero de una manera mucha más disimulada.  En pleno siglo XIX, para evitar censuras del oficialismo, convenía ser discreto.
En este grupo se incluye ‘Cumandá’ (1879), del ecuatoriano Juan León Mera. La obra narra, con descripciones melosas –propias del Romanticismo– el enamoramiento entre Carlos y Cumandá, quienes son hermanos pero no lo saben hasta el final. La relación jamás llega a concretarse en algo físico. El asunto no pasa a mayores y se queda únicamente en palabras empalagosas y promesas de un amor imposible. Promesas propias de dos adolescentes. En el muy romántico desenlace, Cumandá es atacada por los jíbaros y muere. El matrimonio no se lleva a cabo. 
También está la novela ‘María’ (1867), del colombiano Jorge Issacs. Esta obra tiene como protagonistas a Efraín y María. Ambos son primos y lo saben, pero eso no impide que se enamoren. A lo igual que en ‘Cumandá’, la relación no se concreta en algo físico. En un momento inesperado, los padres de Efraín lo envían a Europa para que termine sus estudios de Medicina, así que él decide mantener su relación con María a través de cartas. Cuando regresa, encuentra que su prima -a quien quería como esposa- ya ha muerto víctima de ataques epilépticos.
En la novela ‘Aves sin nido’ (1889), de la peruana Clorinda Matto de Turner, el personaje Manuel Pacorbo se enamora de su media hermana Margarita. El matrimonio se interrumpe cuando ambos se enteran que son hijos del mismo padre.
A la literatura cubana también le tentó esta temática. En la obra ‘Cecilia Valdés’ (1839), del cubano Cirilo Villaverde, aparecen los personajes Cecilia y Leonardo quienes, pese a ser hermanos por parte de padre, llegan a tener relaciones sexuales y a procrear un hijo. Pese a que este hecho resulta fuerte para una obra romántica (al menos mucho más que las anteriores novelas románticas que puse como ejemplo), al final el matrimonio debe interrumpirse por las presiones sociales de las que son víctimas esta pareja de hermanos. 
En el romanticismo el incesto era tratado, prácticamente, con un argumento invariable: siempre tenía que ocurrir algo al final que impida que los matrimonios incestuosos se concreten (una enfermedad grave, un familiar que se imponga, la muerte de uno de los amante). El Boom latinoamericano retomó esta temática y lo hizo de frente, sin tantos formalismos. 
El incesto, como tópico literario, ha sido uno de los desafíos más grandes que han tenido los autores latinos ya que al afrontarlo en sus historias, le han dado la cara a uno de los tabúes más pesados y cerrados de la historia, un tema que no admite debate.
*En la vida real, en 1955, Mario Vargas Llosa se casó con su tía política Julia, diez años mayor que él. Ella es la hermana de la esposa del tío Lucho (este sí tío carnal de Mario Vargas Llosa). En 1964 se divorciaron, entre otras razones, por la presión familiar.
En 1965 se casó (y hasta ahora lo está) con su prima hermana Patricia Llosa, hija del tío Lucho y sobrina carnal de Julia Urquidi (la primera esposa de Mario).

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