POR: TATIANA LANDÍN.
El escritor ecuatoriano Vladimiro Rivas se reencontró con Guayaquil, ciudad que no visitaba desde hace cuarenta y cinco años, en el marco de la presentación de su libro de cuentos Visita íntima (Terracota, México D.F., 2011), que se realizó en la Alianza Francesa el pasado miércoles 30 de octubre. En la actividad participaron la crítica literaria Cecilia Ansaldo y el poeta Luis Carlos Mussó.
Ansaldo se refirió a la diversidad literaria que plantean los cuentos, a la presencia de temas musicales y a múltiples referentes culturales –como ámbitos en países distintos– que se convierten en fortalezas dentro de la colección. La descripción de parte de una “aceitada maquinaria narrativa” en Visita íntima, mostró el refinado dominio del arte de contar.
Mussó mencionó que en muchas de las páginas de Rivas “una voz recupera tópicos que dialogan con la tradición literaria de su entorno y de su lengua”. Ambos analistas coincidieron en percibir la presencia del doble o doppelgänger, que figura en varios relatos, como la forma de “aquella posibilidad de hallar o hallarse en otro, en una suerte de juego especular que recorre gran parte del libro”. Quedó clara la idea de que la imagen que devuelve el otro puede producir la anagnórisis, pero en el reconocimiento de quien observa y es observado.
Requerido por Matavilela para responder algunas preguntas, Vladimiro Rivas fue diáfano y generoso con sus respuestas. Aquí quedan:
¿Cómo ha cambiado usted como escritor desde antes y después de radicarse en México?
Antes de ir a México yo era una persona ingenua y sin experiencia de la vida. Desenvolverme solo allá fue un aprendizaje permanente, un rehacer mi vida y mi personalidad, tanto humana como literaria. Allá, bajo el sello del exilio voluntario, se definió mi personalidad literaria, con sus defectos y sus virtudes: la autocrítica, por ejemplo.
Usted pertenece a la generación de Iván Egüez, Abdón Ubidia y Javier Vásconez. ¿Qué líneas en común tiene con estos escritores?
Añadamos al gran Francisco Proaño, por supuesto. Hablamos sólo de la narrativa, porque también están los poetas Julio Pazos y Bruno Sáenz. Tenemos en común la ruptura definitiva y madura, crítica, con las secuelas de la generación del 30. Iván Egüez y Proaño son barrocos, aunque los dos difieren mucho. Me siento más cercano a Ubidia y Vásconez, dos escritores, por otra parte, muy diferentes. Me alegra mucho que seamos tan diversos. Hace poco conversábamos que los tres (Ubidia, Proaño y yo), frecuentábamos mucho el tema del doppelgänger, del otro yo, qué coincidencia ¿no?
¿Qué motivos organizan la colección de cuentos Visita íntima?
Se trata de una selección de mis cuentos con ocho inéditos. Mis cuentos anteriores han sido escrupulosamente revisados. Pareciera que nunca acabo de corregir mis cuentos y de sentirme completamente satisfecho. Además, tienen unidad temática: el amor y el desamor, la búsqueda (desde la soledad) de un orden al cual pertenecer, la búsqueda del “otro”, como en un juego de espejos.
¿De qué manera contribuye a su narrativa sus aficiones musicales y cinematográficas?
Del cine y de la música he aprendido la plasticidad de las imágenes y el sentido del ritmo. La narración carente de ritmo no tiene razón de ser. Tanto el cine como la música me han enseñado a contar con sentido del suspenso, enseñanzas del cine de Hitchcock y de la música de Beethoven.
¿Cómo elige sus historias?
Es probable que yo no elija las historias sino que las historias me elijan a mí para contarlas. Me llega, por ejemplo, por diversos medios, un personaje, un ambiente, un acontecimiento, que me están diciendo a gritos: “¡Verbalízame!”
Conozco su cuento «María Angelina, él, ella», que tiene un singular e intenso personaje femenino. ¿Es usted de los escritores que le dan preferencia a los personajes del sexo opuesto?
Tengo al menos tres personajes femeninos entrañables: María Angelina, que tú has mencionado; Sofía, la inteligente y comprensiva esposa de “La caída y la noche”, y Mónica, la empleadita de tienda de “Visita íntima”. Mónica es una persona que pasa a ser un personaje. Construye, a partir de sí misma, todo un personaje, alguien que es ella pero también alguien superior a sí misma, porque se atreve a amar más allá de los límites de su propia persona. En “María Angelina” y “Visita íntima”, la narración se hace desde ellas, a pesar de la tercera persona narrativa, que es sólo una máscara que encubre la primera. Si he logrado contar desde ellas es porque me he enamorado de ellas, las he comprendido.
Los escritores de la sierra son herederos de una fuerte tradición rural, sus cuentos toman el ámbito entre lo urbano y el campo. ¿De qué manera desarrolla usted estos temas?
Los cuentos sobre el campo pasan por el tamiz de la memoria, lo cual les concede intensidad poética. Pienso en “La abuela”, “El muerto”, “La expiación”, “Las campanas de la gloria” (aún inédito en libro). En ellos, el paisaje es descrito con cierta crueldad.
¿Tuvo alguna dificultad para publicar en México?
Para un mero ecuatoriano no es fácil publicar en México, puesto que sus intelectuales y editores se miran a sí mismos o fijan los ojos en el norte, en Estados Unidos. Sin embargo, he podido publicar, no en editoriales tan prestigiosas como Alfaguara o Planeta, por ejemplo, por una razón poderosa: no escribo novelas (que es lo que a ellos les interesa publicar) sino cuentos y relatos, que tienen una salida comercial más difícil. De todos modos, he encontrado editoriales más pequeñas pero de buena distribución interesadas en mis textos, como Terracota para Visita íntima.
¿En qué otros géneros ha incursionado y cómo ha sido esa experiencia?
Cultivo el ensayo literario, cuantitativamente más extenso que el género narrativo. Me permite reflexionar sobre la literatura en general y la mía en particular. Es el género directamente derivado de mi actividad favorita: la lectura.
¿Cómo combina los trabajos del catedrático y del escritor?
Durante el periodo de clases, de docencia, escribo muchos ensayos. Mientras tanto, hago anotaciones para mis futuras narraciones, a las que dedico todas mis vacaciones y periodos sabáticos.
Vladimiro Rivas, Cecilia Ansaldo y Luis C. Mussó en la presentación de Visita Íntima |