Patricio Pron: “Mi peor trabajo fue escribir guiones de filmes pornográficos”

Fotografía de Vasco Szinetar


Cuando invitamos al escritor argentino Patricio Pron (Rosario, 1975) a responder nuestras #Matapreguntas, le pedimos, como es usual, que nos relate alguna anécdota relacionada con Ecuador. Nos confesó, sin embargo, que conoce poco del país y de su literatura. No obstante, Pron asegura que “uno de los mejores expertos en literatura latinoamericana es ecuatoriano: se trata de Wilfrido H. Corral, y me pregunto si, en ese sentido, la contribución de Ecuador a la literatura de la región no es ya, con ese solo nombre, extraordinaria”.

Patricio Pron es doctor en filología románica. Su trabajo ha sido premiado en numerosas ocasiones, entre otros con el Premio Juan Rulfo de Relato, y traducido a más de media docena de idiomas. Entre sus obras más recientes se encuentran el libro de relatos La vida interior de las plantas de interior (2013), así como las novelas El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia (2011) y Nosotros caminamos en sueños (2014) y el ensayo El libro tachado: Prácticas de la negación y el silencio en la crisis de la literatura (2014). En 2010 la revista inglesa Granta lo escogió como uno de los veintidós mejores escritores jóvenes en español.
¿Cuál es el primer libro que recuerdas haber leído?

Es improbable que haya sido el primero realmente, pero el primer libro que recuerdo haber leído es La vuelta al mundo en 80 días, de Julio Verne. Allí y entonces, durante la dictadura argentina y en el marco de la situación en la que nos encontrábamos mi familia y yo, el libro debe haber sido una revelación, y así es como lo recuerdo: una especie de revelación de que había un sitio allí afuera, y que en ese sitio estaban la literatura y la aventura y algo parecido a la felicidad.

¿Cuál fue el último libro que leíste?

Dormir al sol, de Adolfo Bioy Casares. Rodrigo Fresán y yo conversaremos sobre el autor en el próximo número de Letras Libres.

¿Qué te gustaría hacer que no tenga que ver con la literatura?

Nada en absoluto, francamente.

¿Qué título le pondrías a tu autobiografía?

No me gustan las autobiografías ni tengo planes de escribir una, pero esto es un juego, así que juguemos, le pondría “Este es el futuro que tanto temías en el pasado”.

¿A qué escritor resucitarías y para qué?

A George Orwell, por su lucidez; a Ezra Pound, por su valentía demente; a Gore Vidal, por su sentido del humor.

¿De qué personaje literario te gustaría ser amigo o amante?

Varios personajes bíblicos me resultan simpáticos, y no tendría inconveniente en ser amigo de Job, de Ezequiel, que hablaba con una lengua en llamas, o del profeta Abdías, del que no se sabe nada a pesar de lo mucho que se habla de él.

¿Cuál sería el soundtrack ideal para el fin del mundo?

“A Day in the Life” de los Beatles, como se dice a menudo.

¿Quién es el autor más sobrevalorado? ¿Y el olvidado injustamente?

Entre los primeros mencionaría a Julio Cortázar y a Ernesto Sabato; entre los segundos, a Raúl González Tuñón y a Juan Rodolfo Wilcock, por hablar sólo de escritores argentinos.

Si la supervivencia de la literatura dependiese, como en Fahrenheit 451, de memorizar un libro, ¿cuál elegirías y por qué?

Mi memoria, de por sí mala, se ha vuelto peor tras años de excesos, de modo que, si la literatura depende de que yo memorice algo, está perdida.

¿Cuál ha sido tu peor trabajo?

Muchos años atrás, cuando yo acababa de llegar a Europa, fui contratado para escribir guiones de filmes pornográficos producidos en Barcelona: todas mis ideas fueron rechazadas por los productores, sin embargo (creo que pensaban que eran demasiado innovadoras o vanguardistas), y nunca gané ningún dinero de relevancia con ese trabajo.

¿Cuál es tu secreto peor guardado?

No lo sé. Muy posiblemente la historia de las guerras que libraron mis padres y los de su generación (y también los de la mía, de forma indirecta) que narré en una “novela” titulada El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia.

¿Qué cantas en la ducha?

Muy posiblemente, cumbias.

¿Qué harías con un Gregorio Samsa en tu familia?

Aplastarlo, naturalmente: en mi familia somos muy limpios y prestamos mucha atención a la limpieza del hogar y al control de plagas.

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