«Nunca se sabe si llegaremos a destino» (Poemas de Mercedes Álvarez)

Ilustración de Hollis Brown Thornton


Amanecí reptando
por no encontrar mis anteojos
sin mi prótesis
me deslumbró el mundo
arrastrándome estiré
las manos
que solo tocaron aire
no pude medir
la distancia entre la mesa y la silla
ni amortiguar el golpe
pero estoica
evito la metáfora
arrastro mi discapacidad
y avanzo con el vientre para no olvidar
qué significa.

*


Nunca se sabe
si llegaremos a destino
la carta encontrará el rumbo
el auto no tomará la vía rota
o bien
si el barco soltará amarras
el pájaro obedecerá a su instinto
si no seremos náufragos
accidentados pobladores
de costas ajenas.

*

Me corté el pelo
con la idea de ir
de afuera hacia adentro.
Esperaba
escuchar la voz de Dios
permanecía en silencio
corregía la armadura
alimentaba al caballo en las noches.
No sabía que la guerra
era un carruaje invisible.
Las heridas por las que muera
irán de adentro hacia afuera.

*

La carne es
una manera de rellenar el aire
de
romper
poner un dique contra la luz
para detener qué.

*

Arderá Troya y arderemos nosotros
arderá el brillo en la espada
y con nosotros los barcos
los muertos en las esquinas
el caballo quedará en llamas
esperando la tarde
el viento desparramando cenizas
y el atardecer pacificando
a los vivos
y a los muertos.

*

Querido si supieras
qué guerra puedo darte
permaneciendo dentro —sí, dentro—
de esta naturaleza salvaje
que disimulo bajo el vestido adecuado
qué maravillosa batalla de cuerpos
qué combate de ideas y de gestos
sin ampulosidades
solo el gesto y parezco loca
sólo la locura y me vuelvo el gesto
si supieras qué gestas me habitan
dominadas por corrientes alternas
en cada uno de mis brazos
épicas las piernas alrededor de qué islas
subacuáticas esas islas
qué batallas
si supieras.


*

Desconozco el peso 
de una buena educación.
Es decir
lo supe hace tiempo
usaba mis tardes
en clases de idiomas
luchaba contra mi ignorancia
emprendía una guerra
contra mi desidia
una voz me decía
que leyera más
una voz me decía
que buceara 
en lo más profundo 
de cada texto 
que ejercitara el cerebro
desde la disciplina. 
Mis nalgas apoyadas en la silla
la dosis justa
de café en una taza
unas vueltas al parque
para no olvidar mi cuerpo.
Luego viró el signo de las cuestiones
dejé de comprender
mi cerebro —una isla—
dejó de captar los enunciados
se acabaron las citas
mi boca se volvió un páramo
y ahora solo puedo mirar las rocas
me maravillo ante tantas texturas
soy
un cuerpo más
atónito.

***
Fotografía de Magdalena Siedlecki


Mercedes Álvarez nació en Tandil, provincia de Buenos Aires, en 1979. Vivió en Mar del Plata hasta los diecinueve años. Entre 1998 y 2006 residió en España, donde se licenció en Sociología por la Universidad Pública de Navarra. Realizó un máster en Gestión Cultural. Publicó los libros Vecinos (Baile del Sol, España, 2010), Historia de un ladrón (Caballo de Troya, España, 2010), Imitación de los pájaros (Zindo & Gafuri, Buenos Aires, 2013), Ficciones súbitas (comp., Eds De aquí a la vuelta, Buenos Aires, 2013) y Saigón (Zindo & Gafuri, Buenos Aires, 2015). En 2013 ganó el premio Edmundo Valadés de cuento latinoamericano con el relato «Grow a lover».

Nota: Todos los poemas —con excepción de los dos últimos, que son inéditos— fueron extraídos del libro Saigón.

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