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Dystopian Dream, Milan Nenezic |
¿Quién estipula qué es lo prohibido? Los ejes de poder presentes en la sociedad occidental —como la Iglesia, con sus leyes de castidad y decoro, en conjunto con el Estado y el pudor que este determina para la vía pública— normativizan el acto sexual relegándolo a la escena de lo privado. En las antiguas civilizaciones no existía esta separación y en algunas cuevas antiguas se han encontrado estatuillas en las que se muestra a mujeres con pechos grandes y la vagina muy pronunciada, al igual que ilustraciones de hombres con el miembro viril erecto. Georges Bataille, en su libro Las lágrimas de Eros, afirma esto: “Los testimonios de la prehistoria son contundentes: las primeras imágenes del hombre, pintadas en las paredes de las cavernas, tienen el sexo erguido”. (1961-1971). El nacimiento del erotismo surge del pavor del ser humano frente a la interrogante de la muerte y la reproducción de la especie. Se hace evidente que es el deseo lo que lo diferencia de otros animales. Cuando el humano comprende la unión y el placer surge el erotismo que “está vinculado al nacimiento, a la reproducción que incesantemente repara los estragos de la muerte” (1961-1971). Más adelante, con el desarrollo de las distintas sociedades griega y romana, el erotismo se desenvuelve de manera vertiginosa. El catedrático John R. Clarke expresa lo siguiente:
A pesar de que nos creemos totalmente libres, estamos cargados de tabús y limitaciones. Los antiguos romanos habrían considerado la mayoría de nuestras actitudes con respecto al sexo algo inaudito e incluso absurdas. Y muchas de las normas que nosotros solemos dar por sentadas nada tienen que ver con las que ellos seguían. A los ciudadanos de Roma, el sentimiento de culpa que nosotros solemos asociar con el goce sexual les habría parecido raro (2010).
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Catarsis, Milan Nenezic |
Pero ¿de dónde surge este sentimiento de culpa? Cuando el cristianismo irrumpe en la sociedad la noción de lo prohibido se hace más evidente. En el interior de los individuos se comienzan a construir sentimientos adversos que no sólo ponen en escena lo que está prohibido, sino la manera de transgredirlo. El ser humano es consciente de su libertad y promulga en un acto de arrogancia la forma de traspasar ciertos tabúes. Sin embargo, la mirada cristiana continúa con la labor de separar de manera dicotómica el cuerpo del alma, y la desnudez propia del ser humano se vuelve algo desagradable que debe ser ocultado. En la Edad Media los cuerpos se volvieron asexuados y se coartó el libre cauce del placer, por lo que las representaciones simularon más los cuerpos de ángeles y figuras divinas.
Aunque el arte erótico durante ese período tuvo una etapa oscura, hoy en día se sigue desarrollando. Muchas personas —entre las que me incluyo— tienen cierto desconocimiento sobre la diferencia real del arte erótico con la pornografía. Investigando, encontré una frase que resume el aspecto que debemos considerar: “El arte erótico tiene una clara intención estética de mostrar algo, jugar con la imaginación del espectador, ahondar en su sensibilidad” (Sáliche, 2013). Si el lineamiento estético que debemos tener frente a la obra debe ser producto de un proceso lúdico —se dice o no se dice— y el artista ha pretendido atacar nuestra sensibilidad, entonces no cualquier imagen puede ser receptada como erótica.
En definitiva ¿qué se realza en la pornografía? La visión que tuve desde pequeña con respecto a la pornografía fue construida desde la aversión total y la mirada condenatoria. Para mí era el acto que dañaba la mente y destruía cualquier posibilidad de relación de pareja. ¿En qué residía la diferencia con cualquier otro encuentro sexual? Pues que no se representaba el coito, o no se lo dejaba en definitiva traslucir de manera sutil, sino que se lo realizaba de manera activa y el otro participaba desde una mirada voyeurista. El discurso que se maneja en relación a las películas pornográficas tiene como elemento esencial a lo obsceno y los participantes sobredimensionan las expresiones.
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Marijana, Milan Nenezic |
Cuando me encontré con la propuesta de Milan Nenezic entendí que, como objeto de estudio, sería un buen ejercicio el determinar si eran o no eróticas las imágenes que mostraba. Las obras del pintor serbio, tituladas en conjunto como “Dreams and Visions” y “The Moment After”, nos exponen a personas cuyas dimensiones corporales se presentan con alteraciones propias de lo onírico. En algunos cuadros podemos ver que el tratamiento del cuerpo resulta grotesco y que las formas se han trastocado generando engendros propios de una pesadilla (ejemplo: “Catarsis”, “Adam” y “Obesity”). Estos individuos deformes, cuyos cuerpos sexuados convergen entre sí, también se diluyen y en cierta forma se nos presentan como la metáfora del reflejo de la interioridad psicológica de cada uno. Por el contrario, en el cuadro “Dystopian Dream” Nenezic congela el momento del coito entre en una pareja y los muestra completamente desnudos. En “Fetiche” (cuya referencia explícita es sadomasoquista), nos muestra un cuerpo posiblemente femenino que es subyugado para atrás y podemos ver la cinta que rodea sus manos en señal de atadura. Su trabajo puede no ser visualmente atractivo, porque configura lo abyecto del ser humano y los actos que éste socialmente debe ejercer en privado, pero sin duda el artista nos proporciona una ojeada a lo íntimo del ser. A través de un choque emocional, nos obliga a cuestionarnos si estamos frente a un mero acto contemplativo o si pertenecemos a la sociedad del morbo. Nenezic hace el siguiente pronunciamiento sobre su obra:
Dreams & Visions are paintings that are dealing with symbols and personifications of emotions through different states of consciousness (dreams, halucinations, visions, reiki, meditation etc.). They appear as a reflection of an inner and outer experience of self, as a part of existence in the field of life frequencies.
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Adam, Milan Nenezic |
Si nos acogemos a sus palabras comprenderemos que estamos frente al despliegue inconsciente de un ente artístico que hace uso de sus experiencias extrasensoriales para construir contenidos relacionados con el arte. En la segunda muestra, “The moment after”, podemos ver que las protagonistas son mujeres retratadas después del acto sexual. Algunas están extendidas sobre las sábanas, el suelo y el sofá. Una se está masturbando y hay otra que permanece inmóvil sobre la cama con los ojos cerrados. La referencia de estos cuadros es claramente explícita y la pintura hiperrealista simula que estamos frente a fotografías que han condensado el momento después del encuentro sexual. El pintor se sumerge en la existencia privada de los diferentes tipos de personas y observa la creación de un universo relegado únicamente a sus participantes.
La obra de Nenesic no entra en los lindes de lo pornográfico. A primera vista, un espectador menos atento puede escandalizarse frente a lo expuesto. Su obra sólo es una exploraciónde la psiquis de los individuos para ofrecernos una mirada contemplativa de la interioridad del ser humano. Difícilmente se puede emitir un juicio cuando cada pintura emerge con valor propio y vuelve a direccionar nuestro pensar.
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Obesity, Milan Nenezic |
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