Miguel Antonio Chávez: «Un escritor mediocre te queda debiendo siempre»

Una de las anécdotas más bizarras de mi vida se dio hace unos quince años cuando con mi mejor amigo y su primo habíamos emprendido un viaje a la Sierra y el Oriente. En Riobamba hicimos un documental institucional y yo me hacía cargo del libreto y la locución. Y luego a Macas, adonde íbamos por aventuras por invitación de un amigo de allá. En aquel entonces la carretera era desastrosa, incluso había tramos que había que cruzar a pie debido a los deslaves hasta agarrar algún pueblo que condujera Macas. Lo que iba a ser dos horas de caminata terminó como en casi diez. Ya empezando el anochecer lo único que nos hacía luz era la luna, brillante y portentosa. La mejor luna que vi en mi vida. En medio de esa penumbra, en un sitio desconocido (y nosotros, chicos citadinos, con apenas veinte años), era natural tener cierto temor. Cuando llevábamos siquiera tres horas caminando, cinco horas sin ver un ser humano, notamos que en la cima que estábamos por coronar, se vislumbraba lo que parecía dos personas. Lo más predecible habría sido encontrar campesinos o a lo sumo explodores. Sin embargo, en medio de ese frío, los dos tipos -dos gringos casi de nuestra edad- solo vestían pantalón negro de tela y camisa blanca manga corta. En la solapa del bolsillo tenían una plaquita negra con sus nombres. Sí, eran miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, más conocidos como mormones. Creo que si me topaba con los psicópatas Daniel Camargo Barbosa o aquel que llamaban «El monstruo de los Andes» no me habría resultando tan espeluznante como esta visión. Seguimos caminando, cada uno por su lado (en dos horas más o menos llegamos a nuestro destino). Yo miré hacia atrás varias veces. Sin embargo, no me convertí en estatua de sal. Miguel Antonio Chávez*
¿Qué harías si encontraras el Aleph de Borges?
Lo mismo que haría si encontrara un ejemplar original autografiado de Historia de un deicidio.
¿Qué tienen en común los escritores y los banqueros?
El buen banquero te quiere siempre endeudado. Un escritor mediocre te queda debiendo siempre.
Cuando las mariposas se enamoran, ¿sienten humanos en la barriga?
Lo único que sé es que cada vez que sale un libro de Paulo Coelho nace un cangurito hidrocefálico en Australia.
«Ay Dios mío, ¿y ahora qué?», solía ser el primer pensamiento mañanero de Bukowski.
¿Cuál es el tuyo?
Fuck off, viejo Hank.
¿Qué cuentan las ovejas para poder dormir?
Cuentan sonmíferos peluditos y esponjosos.
Si la supervivencia de la literatura dependiera, como en Fahrenheit 451, de memorizar un libro, ¿cuál sería, por qué?
Tengo pésima memoria, pero si pudiera memorizaría el famoso tratado apócrifo de Aristóteles sobre la risa… claro, el día en que lo encuentren.
Cuando despertó el dinosaurio todavía estaba ahí, ¿por qué?
Porque el efecto “Lucy in the sky with diamonds” puede durar hasta diez horas.
Alice Munro, Nobel de literatura 2013, ¿qué comentarios te genera?
Ya era hora que el Nobel saldara esa vieja deuda con el cuento, ya que nunca terminará compensándonos por la creación de la dinamita.
¿Con qué personaje literario te gustaría tener un affaire?
Con Ginger K., personaje de La maniobra de Heimlich.
¿Con qué libros habrías enloquecido a Don Quijote en lugar de los de caballería?
Con cualquier sobredosis de esos Cuauhtemocs y Coelhos. Seguramente se habría convertido en un Anders Behring Breivik, el que mató como a setenta jóvenes en Noruega.
Tu cita favorita
 
“Todas las mañanas salto de la cama y piso una mina. La mina soy yo. Después de la explosión, me paso el resto del día juntando los pedazos.” (Zen en el arte de escribir, Ray Bradbury)
¿Qué es lo esencial que es invisible a los ojos?
Habrá que preguntárselo a un principito ciego…
¿A qué escritor resucitarías y para qué?
Cada gran escritor resucita cada vez que lo invocas, cada vez que lo lees… Sin embargo, para contradecirme, invitaría a mi mesa a Ray Bradbury, Mario Levrero, Carl Sagan y al más grande inventor de la historia: Nikola Tesla.
¿Qué personaje literario no te gustaría tener como enemigo?
A ninguno de los pequeños salvajes que mataron a Piggy en El señor de las moscas.
Los perros ladran, Sancho…
Señal de que es quincena.
¿Cuál sería el soundtrack ideal para el Fin del Mundo?
Todo Stockhausen. Primero «Gesang der Junglinge»; luego, «Sirius»; y de ahí el resto. Si hay tiempo, volvería a verme completo Melancholia de Lars von Trier.
Estás a punto de morir, escribe tu último tuit:
“Sigan jodiendo para que el puto Twitter tenga más caracteres. Por mi lado, ¡chau!”
(*) Miguel Antonio Chávez (Ecua­dor, 1979) ha publi­cado Círculo vicioso para prin­ci­pian­tes (2005) y la novela La manio­bra de Heim­lich (2010). Antologó la com­pi­la­ción bina­cio­nal de cuento ecuatoriano-peruana His­to­rias bajo el árbol (2008) y es miem­bro fun­da­dor del grupo cul­tu­ral “Buseta de papel”. En el año 2011 fue ele­gido como uno de los “25 secre­tos lite­ra­rios de Lati­noa­mé­rica” Recientemente publicó la novela «Conejo ciego en Surinam» (2013).

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