Marcelo Báez: «Hay que visitar los lugares comunes para destruirlos»

POR: ARTURO CERVANTES.

Cuando Marcelo Báez Meza viaja, lleva en su equipaje dos cuadernos: uno para escribir en prosa y otro para poesía. En el 2010 viajó a La Habana.

En ese viaje, Báez se inclinó por la libreta que lleva garabateada la señal “Poesía”. Lo que vio en la isla lo transformó en su quinto poemario, que próximamente publicará, titulado ‘El mismo mar de todas Las Habanas’ y reciente ganador del premio Aurelio Espinosa Pólit, dotado con USD 5 000.

Esta  obra es un homenaje tanto a La Habana como a uno de los máximos exponentes de la literatura cubana: el escritor José Lezama Lima (1910-1976), autor de Paradiso (1976), novela calificada por la revista Time como una de las más influyente del siglo XX.

El guayaquileño Báez, de 43 años, se alojó 15 días en la calle Trocadero de La Habana, a dos cuadras de donde vivía Lezama Lima (una casa ahora convertida en museo). En Cuba escribió parte de su libro de poemas que tienen como hilo conductor la capital cubana con su sol que recién desaparece a las 20:30, sus museos de piezasarqueológicas griegas, sus autos de los años 50.

Antes de iniciar la entrevista, Báez Meza pide que le coloquen sus dos apellidos para que no lo confundan con Marcelo Báez Albán, el piloto de rally quiteño.

Lezama Lima dijo que “lo que importa es el trayecto, nunca el blanco”. ¿Cuál es el trayecto y cuál es el blanco en este nuevo poemario suyo?

El blanco es la serie de Habanas que quiero recrear, la experiencia de un escritor citadino. El trayecto es el discurso escrito con mucha sencillez. Los poemas van por el filo de la sencillez. Pero no hay nada más elaborado que lo que parece poco trabajado. No hay nada más difícil que ser sencillo.

En el poema Ciudad de soportales, usted escribe que la luz es la gran arquitecta de La Habana . ¿Cuál es el suyo?

Mi gran arquitecto es el cine. Mi visión de escritor posee un ‘software’ que todo lo escanea de manera cinematográfica. Así capté a La Habana. Pero, y aquí volvemos a lo del “trayecto” y el “blanco”, el trayecto de mi flecha cinematográfica tuvo un blanco poético.

Varios de sus poemas tienen similitudes estilísticas con uno de los poemas de Lezama Lima titulado Fábula de Apolo y Narciso. Me refiero a este intercalado de extractos de poesía pura en versos y otros en narrativa, como si fueran cuentos. ¿Coincidencia o hubo intención?

Me sorprende y me entusiasma eso. No fue algo consciente. Mi idea era hacerle un homenaje a Lezama en un tono no barroco. Él fue un escritor muy denso, de un lenguaje muy cerrado.

Usted inicia el poemario con varios textos que reflexionan sobre el silencio. ¿Es cierto que la literatura está llena de silencios?

Claro. Si la música ha sido comparada con la poesía, el poeta es el clavicordista que trabaja la sustancia poética como si fuera música. En algunos momentos de la partitura los poetas incorporamos los silencios.

 José Lezama Lima dijo que lo que más admira de un escritor es que maneje fuerzas que lo arrebaten. ¿A usted le ocurre ese fenómeno?

 Aunque haya leído toda la obra de Lezama y le haga un homenaje en este poemario, no tengo que estar de acuerdo en todo lo que dice. Pero en este caso sí: fui arrebatado por La Habana. Sufrí el síndrome de Stendhal: el escritor viajero que reacciona azorado ante un hecho estético. Es menos probable que un escritor sufra un bloqueo mental en un viaje. En los viajes no hay bloqueos mentales. Cuando uno viaja, va con un pasaporte en blanco y lo va llenando de experiencias.

Por eso, en uno de sus poemas, la voz lírica asegura que si lo dejan solo en una ciudad extranjera escribirá la obra maestra de la literatura.

 Creo que voy a quitar ese poema. Suena muy pretencioso.

A pesar de que tiene una larga trayectoria literaria con 13 libros publicados, se considera aprendiz de Lezama Lima. ¿En serio lo siente o es falsa modestia?

Yo soy el aprendiz de la calle Trocadero, donde vivía Lezama.

En el poema Pasaporte caducado escribe: “Me niego a visitar la poesía de postales con frases ingeniosas”. ¿Una frase ingeniosa es aquella exenta de lugares comunes?

Yo antes creía que uno no debe visitar los lugares comunes. Pero ahora creo que hay que visitarlos para destruirlos. 

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