Luis Carlos Mussó, una crónica de hiatos y paréntesis

POR: KATHERINE MARTÍNEZ.
Por primera vez en el segmento de las #MataPreguntas, Luis Carlos Mussó* no solo se entretuvo contestándolas sino que ¿confesó? que su mala palabra favorita es “tabú”, porque es divertida. Poeta y narrador, la palabra que me suele llevar a identificarlo es “tranquilidad”, tanto así que ya se me ha hecho una muletilla; lo mismo sucede con «que se haga». Entonces, con mucha tranquilidad los conduciré a su arte poética sobre la locura, plasmada en la siguiente entrevista.

«Hace cosa de un año, quise visitar el Museo Municipal, para ver una exposición de arte contemporáneo, me parece que un salón de julio. Cuando presenté mi cédula, la persona que me atendió volvió a leer el documento, esa vez con más atención, y me preguntó: ¿es usted algo para el poeta? Me quedé perplejo, y antes de contestarle algo, él pareció mirar a la siguiente persona de la fila». Luis Carlos Mussó.
KM: ¿Cuál sería el soundtrack ideal para el fin del mundo?
LCM: Kashmir, de Led Zeppelin; aunque The last in line, de Dio, no estaría nada mal.
KM: Si permanecieras encerrado un año en una casa, ¿qué guardarías como provisiones?
LCM: Me apertrecharía con vodka de remolacha, papas sanas y grandes, aparte de un lápiz y tener segura la cercanía de alguna garganta.
KM: ¿Qué es lo más excéntrico en ti?
LCM: No será mi tatuaje ni tronarme las falanginas, sino un rosario de manías y neurosis que pueden empezar con la evasión de nombrar las manías y neurosis.    
KM: ¿Qué cantas en la ducha?
LCM: ¿Cantar? A veces me descubro tarareando Eiti Leda (Serú Girán), Child in time (Deep Purple) o Todo tiene su final (Lavoe).  
KM: ¿Dónde queda tu Macondo?
LCM: Es voluble, portátil: por lo mágico y por lo extraviado entre profusa tinta, creo que en cualquier sitio menos en misa.
KM: Solo sé que no sé nada, ¿qué sabes que sabes?
LCM: Que son los nombres los que suelen conducir a la piel. 
KM: ¿A qué escritor resucitarías? ¿Y para qué?
LCM: A Franҫois Villon, para peinar, en conjunto, los caminos que se salvaron de su saqueo.
KM: ¿Qué opinas sobre las rubias?
LCM: Son el negativo de las morenas. Además, que guardan el valor agregado de ser una excelente razón para estar donde uno no debe estar.
KM: Si fueras un libro, ¿cómo te gustaría ser leído?
LCM: Cautelosamente, en braille.
KM: ¿Qué tienen en común los escritores y los banqueros?
LCM: Ambos capitalizan las desgracias de la tribu, trabajan con fórmulas que entienden solo ellos para obtener un interés, y nos entregan un infierno recurrente por el que les estamos agradecidos. 
KM: ¿Qué harías si encontrases el Aleph de Borges?
LCM: Me cercioraría de que no quisieran pasarme el Aleph de Coelho por el de Borges; y luego, entre Mussó y yo, leeríamos sus subtítulos por un buen rato.
KM: ¿Cómo titularías un periódico sobre tu vida?
LCM: Crónica de hiatos y paréntesis.
KM:¿Cuál es tu mala palabra preferida?
LCM: Tabú, me divierte mucho.
KM: ¿Qué tipo de narrador posee tu vida?
LCM: El narrador más deficiente de todos los posibles.

*Guayaquil, Ecuador, nacido en 1970. Ha publicado los poemarios El libro del sosiego (1997), Propagación de la noche (2000), Y el sol no es nombrado (2000) y Tiniebla de esplendor (2006). Ha recibido galardones como el premio de la Bienal de Cuenca, en 1999; el Premio César Dávila Andrade, en el 2000, Premio Nacional Jorge Carrera Andrade en el 2006 y Premio  M.I Municipalidad de Guayaquil , en el 2008; Premio Ángel Felicísimo Rojas a novela inédita 2010; Premio Nacional Joaquín Gallegos Lara por Oscurana (2012).

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