La Descorrupción, una película irreverente

La directora de cine María Emilia García, en una entrevista para Matavilela sobre su película La Descorrupción, dijo: «No creo que el cine nacional tenga que decir nada en particular. Generalmente, en países con poca producción como el nuestro siempre hay esa angustia por querer descubrir nuestra identidad en las películas que se producen». La Descorrupción, que se pre-estrenó el pasado 17 de julio, representa esa premisa: no todo el cine ecuatoriano debe explorar nuestra identidad.
 
La película recorre la vida de una empleada pública que, esperanzada con la llegada de un nuevo gobierno, termina tomando la justicia por su propia mano al descubrir que los nuevos funcionarios son presa fácil del virus de la corrupción. Si bien La Descorrupción no es la primera película que se produce en Ecuador bajo la categoría de comedia negra, su singularidad radica, precisamente, en que no busca que el espectador se identifique con la historia o con los actores, de manera que refleje la identidad de determinado individuo o grupo social, sino que sirva precisamente como catarsis ante hechos no muy lejanos a nuestra realidad.
 
García, quien además escribió el guión de la película, afirma que La Descorrupción rompe, en términos de la trama, los esquemas de las películas ecuatorianas que tradicionalmente se hicieron o hacen en el país: «Quisimos distanciar la película lo más posible de la realidad ecuatoriana, aunque como trata un tema tan universal como lo es la corrupción, puede que sí lleguen a sentirse identificados. Esto tampoco es malo porque todos en algún momento hemos querido actuar o que se haga algo en contra de la corrupción, entonces ver esta película podría resultarles en una experiencia catártica».
 
 
La Descorrupción es una película irreverente, dice García, en la medida en que el personaje principal se toma la justicia por su cuenta, yéndose en contra de las convenciones morales. Pero hay otros factores que la hacen así. El hecho de que no haya insultos o desnudos se pueden contar como ejemplo.
 
El limitado presupuesto también debe ser considerado como un factor irreverente. El equipo de producción de la película echó mano a todos los recursos posibles para recaudar fondos y optimizar los recursos disponibles. Se lanzó una campaña de crowdfunding, aunque no obtuvo el éxito esperado; también se recolectó dinero en universidades de Guayaquil; se vendió souvenirs relacionados con la película; y se recurrió a medios tradicionales de financiamiento como los auspicios. Jenniffer Núñez, asistente de producción, comenta como anécdota que, además de hacer peinados, claqueta, y otras cosas que demandaba su rol, también tuvo que hacer de extra: «Creo que todos en el equipo, o al menos la mayoría, fue extra en algún momento». Al final, la película se produjo con un presupuesto de 17 mil dólares. En un mercado como el nuestro, donde los largometrajes superan fácilmente los USD 150 mil, esta película se convierte en una propuesta irreverentemente exitosa.
 
La Descorrupción convece, cautiva. Aunque con pequeños desaciertos, la calidad del audio en algunas escenas, un actor y una que otra escena que no convence. La película tiene muchos méritos, si tomamos en cuenta el limitado presupuesto. La evolución o involución de 31X, su personaje principal, por ejemplo, es honesta y verosímil. La utopía o distopía no parece tan ajena ni remota. María Emilia García dice que cuando una historia logra hacer que el espectador se pregunte qué va a pasar con el personaje principal, ha conseguido su objetivo: «Es ahí cuando puedes decir que has logrado atrapar al espectador. Puede que en el camino el espectador tenga objeciones sobre la actuación o la coherencia de la trama, o lo que sea, pero una vez que logras sembrar la intriga, el espectador te va a perdonar el resto y va a querer ver la película hasta el final solo para saber el desenlace».
 
Los hechos de la película suceden en un país X, un mundo disociado del nuestro, pero cuyos referentes permanecen, la corrupción. En el filme, el personaje principal, Ciudadana 31X, protagonizado por Ángela Peñaherrera, es capaz de calcular cuántos días le toma a un nuevo funcionario público volverse corrupto. Esta historia está ligada a filmes muchos más ambiciosos en presupuesto como Asalto a Wall Street, pero mucho más cercana es la serie española llamada La revolución de los ángeles, en la que una enferma de cáncer terminal asesina al Ministro de Sanidad y cuelga su confesión en un video en YouTube. En menos de 24 horas, tres políticos más son asesinados por otros enfermos terminales. La serie, al igual que La Descorrupción, también se financió bajo el formato de crowdfunding, recogiendo 10,500 euros.
 
El cine nacional y el espectador 

 

Hay un reto al que las producciones nacionales se enfrentan una vez terminada su producción: el poco público. Desde la creación del CNCine en 2006 y la implementación del Fondo de Fomento Cinematográfico para producciones nacionales, los proyectos fílmicos estrenados pasaron de dos en el 2007 a dieciséis en el 2014, según datos del CNCine. Pero algo curioso sucede con el público. Si bien Ecuador, junto a Costa Rica y Argentina, se cuenta entre los países que más va al cine, según una encuesta del 2013, el ecuatoriano no necesariamente ve cine nacional.

PELÍCULAS ECUATORIANAS ESTRENADAS

«Que las películas nacionales tengan cada vez menos espectadores, también es un indicador de que hay una desconexión con el público», dice García. Según datos del mismo CNCine, en el 2007 40 mil personas entraron a las salas de cine a ver una película ecuatoriana. Si relacionamos esa cifra con la cantidad de películas que se estrenaron, cada filme tuvo un promedio de 20 mil espectadores. La cantidad de público fue incrementado, llegando a más de 300 mil en el 2011, año en en el que se estrenaron cuatro películas.

NÚMERO DE ESPECTADORES

Sin embargo, algo ocurrió. En los años en que más películas se estrenaban en el país, el público iba decreciendo. En el 2012, se estrenaron seis películas, en el 2013, trece y en el 2014, dieciséis. Pero los espectadores disminuyeron a 170 mil en el 2012, 229 mil en el 2013 y, en el año que más películas se estrenaron en Ecuador, la cantidad de público no superó las 85 mil personas

 
María Emilia García afirma que, si seguimos haciendo películas que el público no quiere ver, la valoración del cine nacional va a caer: «Vamos a perder lo que logró Sebastián Cordero con Ratas, ratones y rateros. También creo que a veces no le damos al cine nacional la oportunidad que merece, porque hay propuestas muy buenas que la gente simplemente no se anima a ir a ver, entonces creo que hay que analizar también cómo podemos llamar de nuevo la atención del público. Tal vez buscar formas de distribución alternativas.»

Es, precisamente, en esa etapa en la que se encuentra al momento La Descorrupción, planificando la distribución de la película por vías alternativas. En los próximos dos meses, es probable que se estrene primero en el canal de la Universidad Católica de Guayaquil y luego se venda en formato DVD y a través de plataformas virtuales como Vimeo.


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