El escritor y dibujante argentino Hernán Vera Álvarez (Buenos Aires, 1977), responde nuestras ya clásicas Matapreguntas. Ha publicado los libros de cuentos Grand Nocturno y Una extraña felicidad (llamada América), y el de cómics ¡La gente no puede vivir sin problemas! Es editor de la antología Viaje One Way, narradores de Miami. Cuando tenía alrededor de 20 años, Vera entrevistó en su casa a Adolfo Bioy Casares. La nota era para una publicación enfocada en los jóvenes. Por eso, las preguntas que le hizo se salieron de las comunes que inevitablemente tenía que contestar Bioy. Ese día, el escritor confesó que él nunca había consumido drogas porque Borges sí lo había hecho: cocaína. Esa confesión –Borges consumiendo cocaína– se convirtió en noticia en Argentina.
¿A qué escritor resucitarías? ¿Y para qué?
Creo que uno se va de este mundo cuando ya dijo todo lo que tenía que decir, pero tal vez resucitaría a Gombrowicz para que me explique bien el concepto de “su forma”. Seguro, saldría con él a caminar por Buenos Aires, pero no por su Retiro. Prefería mostrarle el mío: Constitución.
¿Quién es el autor más sobrevalorado? ¿Y el olvidado injustamente?
Rodolfo Enrique Fogwill. Seguro fue un gran amigo de sus amigos y un buen tipo (pese a que se cultivara una imagen pública contraria), pero su narrativa como su poesía no me parece muy buena. El gran olvidado, siguiendo con la literatura argentina, es Marco Denevi y sus cuentos. Rosaura a las diez, por otra parte, es una de las grandes novelas policiales escritas en español.
¿Cómo te gustaría ser leído?
Quisiera un lector sensible, inteligente, hermoso, que detesta la hipocresía del mundillo literario. Un poeta (creo que todos los buenos lectores lo somos). Alguien con vida a cuestas y no niños de treinta y largos años que han leído dos libros (mucho Anagrama, claro) y viven con sus padres.
¿Cuál ha sido tu peor trabajo?
Humildemente he tenido muchos (y todos los he hecho como cansado y mal), pero seguro trabajar en un astillero en Fort Lauderdale bajo más de 110 grandos Fahrenheit. El día que se bajaron las Torres Gemelas estaba lijando la cubierta de un barco.
¿Qué es lo esencial que es invisible a los ojos?
El verbo.
¿Cuál sería el soundtrack ideal para el Fin del Mundo?
Algo épico, sin duda, uno no tiene la suerte de presenciar que todo se destruye, que los humanos hemos ganado con nuestra estupidez, finalmente. “It’s a Sin”, de Pet Shop Boys.
¿Quién ayuda a Dios cuando madruga?
Dios es nocturno y travesti. No necesita ayuda.
¿Qué harías con un Gregorio Samsa en tu familia?
Denigrarlo, como hacen por lo general los humanos alguna vez en su vida con las personas que se muestran sensibles y que quieren otra forma de existencia. Luego, seguro diría: “I’m so sorry”.
Tu cita favorita.
Es un principio: “La candente mañana de febrero en que Beatriz Viterbo murió, después de una imperiosa agonía que no se rebajó un solo instante ni al sentimentalismo ni al miedo, noté que las carteleras de fierro de la Plaza Constitución habían renovado no sé qué aviso de cigarrillos rubios; el hecho me dolió, pues comprendí que el incesante y vasto universo ya se apartaba de ella y que ese cambio era el primero de una serie infinita”.
—»El Aleph», Jorge Luis Borges.
—»El Aleph», Jorge Luis Borges.
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