Familia y venganza, una introducción a Park Chan-wook

Violence is an allegorical tool which serves to convey social commentary pointed at the processes of democratization and capitalism in South Korea.
Se Young Kim
Tu sais c’est quoi le secret d’une bonne fin? Il faut que le lecteur se dise: ‘je ne m’attendais pas à ça mais en même temps ça ne pouvait pas finir autrement’.
François Ozon
Según el escritor John Berger en su Bento’s Sketchbook, la diferencia entre la perspectiva occidental y oriental es la creación de significados en el observador mediante lo explícito y lo implícito por parte del emisor. Para el director y guionista surcoreano Park Chan-wook, es el espectador quien juzga al antagonista y al héroe. Quizá esta ambigua dualidad entre el bien y el mal lo hace interesante.
Su “Trilogía de la Venganza”, realizada entre 2002 y 2005, tiene todos los elementos que se esperan de este nombre y cosas que se buscan en cualquier película en general: tomas correctas, guion estructurado rozando con lo perverso, variaciones entre narrativo, no-lineal y lineal, ambientación y música. ¿Hay algo mejor que acción con música clásica de fondo?

Boksuneun Naui Geot (Sympathy for Mr. Vengeance, 2002)
La familia es parte estructural de la trilogía, pues sus relaciones, incluyendo las formas de ayudarlas, defenderlas o buscar su aceptación son buscadas de viarias maneras. La primera película nos presenta a un joven estudiante de arte sordomudo, esta interferencia entre la comunicación (en alguien cuya vocación es comunicar) vuelve todo aún más fatal. El momento de su despido y su impotencia ante la enfermedad de su hermana, un arquetipo que en el mundo occidental generaría empatía, ayuda a crear esta dualidad protagonista malo/antagonista bueno que condicionará toda la película. Culpables, responsables y victimas irán cambiando con el desarrollo de la obra, que lleva implícita una lucha de clases y donde se nota más la espiritualidad oriental.

Oldboy (2003)
Es inevitable pensar que el nombre pueda tener un carácter comercial y que las escenas de acción, más evidentes en esta entrega que en las demás, puedan estar orientadas a una aceptación en el mercado occidental, pero su acción no es un fin, sino un medio, y lo mejor o más destacable de esta entrega es su trama. Inspirada vagamente en el manga de Garon Tsuchiya, ¿Soportarías 15 años viendo televisión?, publicado originalmente en los años noventa. Ahora sería homologable el vivir solo recibiendo estímulos de terceros mediante Internet. Vivir en 1.0 es muy probable que lo hagas, pero sabiendo que eres “libre” todo se digiere. ¿Sabrá Dae-su el motivo de su confinamiento y la identidad de su captor?
Esta es una de aquellas películas que terminas de ver y te dices ¿a quién se le pudo ocurrir algo así? No sabes si juntar firmas para internar a su guionista en un hospital psiquiátrico o reconocer su talento.

Chinjeolhan geumjassi (Sympathy for Lady Vengeance, 2005)
La dualidad y la ambigüedad entre el bien y el mal decrecen a cada película en relación a su antecesora. Este largometraje nos sitúa desde la perspectiva del vengador, en el que la violencia es amortiguada con un personaje muy femenino. A diferencia de otras mujeres vengadoras occidentales como Uma Thurman en Kill Bill, que Geum-ja Lee vista bien, sea una excelente pastelera, busque a su hija e intente vengarse de quien la apartó de ella (un arquetipo de mujer perfecta para Occidente), es todo un logro para Corea del Sur.
La belleza, la mirada hermética y el particular comportamiento de su protagonista forman un significante especial que puede orientar al espectador hacia la ternura, pero son sus actos, justificados o no, los que crean un significado. La primera parte es muy fácil de digerir, vemos el lado humano de sus compañeras reclusas como en Carandiru (2003), un grupo de historias que sin querer nos dan muestra del contraste entre Corea del Sur y su vecino del norte. La relación con sus compañeras, algunas veces interesada y otras veces filantrópica, formará parte de su gran plan, que otra vez nos lleva a un final inesperado y con recortes surrealistas ubicados para dar más peso aún a lo que pasa por la mente de Geum-ja Lee.
La sed de individualidad en países asiáticos sobrepoblados, la mirada hierática de los personajes acentuada con los colores fríos (más presentes en la primera entrega) crean una atmosfera nihilista, como en las películas del proletariado de Kaurismäki, pero sin musicales ni escenas graciosas o miradas como las de los personajes de Manet. El ingenio para producir violencia psicológica y física puede incomodar al espectador occidental, pero es esta creatividad la que convierte la violencia de la venganza en una de las bellas artes.

Compartir