POR ALEYDA QUEVEDO ROJAS
Fabio Morábito (Alejandría, 1955) es un hombre de profunda mirada y en sus obra está, cantada/narrada, su biografía. El mar, la madre, el viaje, el amor a Ethel, Milán, México. Un continuo peregrinaje, el no tener casa, volar, echar raíces. Los idiomas que laten y no se hablan con tanta frecuencia: el italiano, que late y duele como si se tratara de una extremidad que podría perderse en cualquier momento; la apropiación del castellano, que también late y duele pero desde la exploración y la libertad.
Había leído de Morábito varias decenas de poemas y un libro de relatos, Caja de herramientas. No lo conocía personalmente, nunca había visto su estampa mediterránea y bastante atlética hasta nuestro cálido y fluido conversatorio (con recital incluido) en la última feria del libro de Guayaquil ante un auditorio lleno que lo escuchó atento y emocionado. De ese encuentro nace esta entrevista especial para los lectores de Matavilela.
Abro esta entrevista con un poema de La ola que regresa (volumen que contiene su poesía reunida) que revela la música de su poesía, la que he devorado con absoluta concentración y devoción, como si de entrar a nadar en el mar a media noche se tratara. Cierro con otro poema que nos muestra al poeta de aguda y profunda mirada, al poeta que sabe, a fuerza de oficio, disciplina y entrega, dominar los pulsos y engranajes más complejos de la literatura. Morábito es un escritor que nos lleva de la mano por el sonido de la poesía y el arte de la contemplación. Su palabra es como una ola que regresa al alma con tanto brillo que es imposible extraviarse.
EN EL PASILLO,
mientras leo,
se abre una puerta y se cierra,
se abre y se cierra,
y yo espero que se acabe su agonía.
Dicen que cuando el aire
abre y cierra una puerta,
alguien muy cerca está en peligro.
Hay que prestar oído,
cerrar el libro que leíamos
y unirnos a ese rezo;
no levantarnos a cerrar la puerta,
sino quedarnos quietos y oír, oír
hasta sacarle alguna música al crujido.
***
¿Cuál es el andamiaje y la estructura que traza en sus relatos, qué cosas son importantes comunicar? ¿Y qué maestros del relato admira y lee con fervor?
No trazo ninguna estructura, me guío por el instinto, dejo que la historia me muestre sus caminos y trato de elegir lo menos posible, aunque es forzoso hacerlo, y ahí está lo delicado, tomar las decisiones correctas. No tengo a ningún maestro como referente central. Hay tantos y tan buenos cuentistas…
¿Cree que la poesía tiene un poder sobre la sociedad? Siempre ha sido una forma esencial de expresión en la historia de pueblos y civilizaciones enteras: India, Grecia, Persia, África. La poesía ha estado incluso antes que la escritura. ¿Qué lugar le concede en este momento de globalización e hiperindividualismo? ¿Cree que la poesía tiene un poder moral en las sociedades actuales?
La poesía es, antes que nada, un apartamiento frente al uso prosaico y hasta cierto punto irresponsable del lenguaje. En ella el lenguaje alcanza su mayor potencia expresiva, no por lo que dice, sino por el poder igualitario que se da entre las palabras. En un poema todas las palabras, hasta las partículas más triviales, son importantes y necesarias. ¿Por qué? Porque no sólo dicen, sino también suenan. El sonido subvierte la primacía del puro significado y mezcla de nuevo las barajas. El oído es el gran igualador que rescata cualquier significado aparentemente intrascendente. Ese es el poder de la poesía, y no me consta que haya cambiado a lo largo del tiempo, siendo, como es, un poder mínimo, pero crucial.
¿En qué idioma piensa, en español o en italiano? Sé que escribe en español, pero ¿cuál es su relación con el italiano, qué sucede con su idioma materno?
Pienso en español, pero el italiano me ronda con ciertas expresiones, ciertas imágenes, ciertos sonidos. Es un intruso tenaz, que no se deja expulsar fácilmente de mi cabeza.
¿Qué nos entrega la poesía, que quizá ninguna otra forma de arte o expresión artística nos da?
El asombro de que de la herramienta más pobre, que son las palabras, pueda surgir una emoción profunda. Increíble.
¿Qué escritores ecuatorianos conoce y ha leído?
No he leído a ninguno, me apena decirlo.
El ensayo y la traducción son dos disciplinas que también practica. ¿Qué reflexión le merece cada uno de esos oficios que completan su perfil de escritor? ¿Qué se pierde y qué se gana en el proceso de la traducción?
La traducción de poesía está condenada al fracaso la inmensa mayoría de las veces, pero existe la posibilidad de alejarse lo bastante del texto original como para crear un recinto autónomo que, sin aspirar a reproducir perfectamente el poema, lo evoque, lo adultere, lo manosee de alguna forma, hasta restituirnos algo de la emoción del original. El que no se atreve a traicionar no podrá traducir con provecho.
***
IN LIMINE
Por el perdón del mar
nacen todas las playas
sin razón y sin orden,
una cada mil años
una cada cien mares.
Yo nací en una playa
de África, mis padres
me llevaron al norte,
a una ciudad febril,
hoy vivo en las montañas,
me acostumbré a la altura
y no escribo en mi lengua,
en ciertos días del año
me dan mareos y vértigos,
me vuelve la llanura,
parto hacia el mar que puedo,
llevo libros que no
leo, que nunca abrí,
los pájaros escriben
historias más sutiles.
Mi mar es este mar,
inerme, muy temprano,
cede a la tierra armas,
juguetes, sus manojos
de algas, sus veleidades,
emigra como un circo,
deja todo en barbecho:
la basura marina
que las mujeres aman
como una antigua hermana.
Por él que da la espalda
a todo, estoy de frente
a todo con mis ojos,
por él que pierde filo,
gano origen, terreno,
jadeo mi abecedario
variado y solitario
y encuentro al fin mi lengua
desértica de nómada,
mi suelo verdadero.