El hombre, el autor y su cigarrillo. Entrevista a Szilvia Molnar


En su libro de ensayos La guerra contra el cliché, el autor inglés Martin Amis apuntó, en el artículo que da nombre al volumen, que toda escritura es una campaña contra el cliché, y en especial contra los clichés de la mente y del corazón. La fuerza de este enunciado, simple en apariencia, se ve opacada por el propio Amis. No por la persona, ni mucho menos por el escritor, sino por la figura, el personaje mediático.

A través de una serie de imágenes compartidas en Twitter (en realidad, dos fotografías contrapuestas y fácilmente discernibles), Szilvia Molnar dejó en evidencia, en muy poco tiempo, una cualidad casi imperceptible de los iconos (literal y figuradamente hablando): la farsa o, simplemente, la ridiculez. 

De origen sueco, pero residente en Nueva York, Szilvia es escritora, artista plástica y trabaja en la industria editorial; allí fue, en ese ambiente, donde se dio cuenta de la diferencia recurrente entre hombres y mujeres en los materiales promocionales. Mientras ellos se mostraban serios, altivos o presumidos, ellas aparecían sensibles, delicadas y emocionales. Así, con la ayuda de la fotógrafa Maria Marqvard Jensen, Szilvia se propuso recrear, con inclinación a la parodia, varias fotos de autores contemporáneos, todos hombres y acompañados del símbolo de su estereotipo: el cigarrillo.

Más allá de que se haya vuelto viral, el proyecto de Szilvia resalta porque permite, por lo menos, dos lecturas. Es a la vez ligero y duramente crítico. La serie y su resultado recuerdan al cuento de Hans Christian Andersen, “El traje nuevo del emperador”, donde solo a través de una mirada inocente y de una valentía temeraria, la farsa y el vacío de las convenciones sociales pueden ser derribados. Szilvia habló con Matavilela sobre el origen de su proyecto, los ecos y las ideas que Internet le devolvió, y los alcances de Twitter como una plataforma de exploración artística y política.



¿Cómo empezó todo? Mencionaste en otra entrevista las fotos promocionales de Karl Ove Knausgaard y Zadie Smith en Nueva York, pero ¿cómo fue el proceso de pensar la idea y ejecutarla?

Empezó con Knausgaard. Hay tantas fotos suyas fumando que es casi una parodia en sí mismo, y encantada habría hecho una serie solo con él, pero una vez que mencioné a mis amigos que quería posar como Knausgaard, ellos me decían de otros autores que posan de la misma forma y eso me hizo querer convertirlo en una colección. Mi amiga Maria trabaja cerca de mi oficina, así que, cuando podíamos, nos reuníamos para almorzar y yo le mostraba la serie de fotos de escritores como los que quería posar, y tomábamos la foto a la vuelta de la esquina de mi oficina. Ella sostenía la cámara con una mano y mi iPhone con la imagen del autor con la otra, volteado hacia mí, de tal forma que podía ver la foto mientras posaba, solo para estar segura de que no me estaba perdiendo de ningún detalle importante. Pero también era importante no pensar demasiado en ello y hacer que fuera amateur, pues pensaba que eso lo haría más divertido. Tomábamos fotos de un autor diferente cada vez que nos veíamos, y solamente empecé a publicarlas en Twitter para que mis amigos las vean.


También publicaste en Twitter una foto de los dos últimos tomos de Mi lucha, de Knausgaard, que no han sido traducidos aún al inglés. Sobre todo, eres su lectora, y a ratos parecería que tu proyecto, más que una burla, es un homenaje. ¿Eres igual de fanática con los otros escritores? Si no es así, ¿por qué los escogiste?

No es un homenaje en ningún sentido. Puede gustarme Knausgaard y puedo burlarme de él al mismo tiempo. En cuanto al resto, no me interesa profundamente su trabajo. Y, de hecho, no he leído a Peter Stamm. Un amigo mío me lo sugirió y sus fotos resultaron ser perfectas para esta serie. Luego Martin Amis y Bret Easton Ellis vinieron enseguida a mi cabeza cuando pensé en otros escritores contemporáneos que son (grandes) fumadores.


A pesar de la buena acogida, no has publicado más fotos. Y, a pesar del aspecto casual y amateur, este no es un pasatiempo ni nada que se le parezca. ¿Consideras que es un proyecto culminado? ¿Tienes alguna idea nueva que hayas aprendido hasta ahora?

Está terminado en un sentido porque fue rápidamente visto por un montón de personas y la mayoría de ellas entendió inmediatamente a lo que yo estaba aspirando. Creo que si hubiera notado que no lo estaban entendiendo, entonces habría continuado hasta sentir que había llegado a suficientes personas. En serio desearía haber hecho a Javier Marías antes de que la serie se vuelva popular porque él habría agregado un mayor matiz al proyecto. Pero tuve a un noruego, a un inglés, a un suizo y a un americano, así que estoy contenta de tener un grupo variado de hombres.


Aprendí un montón del proyecto. Es la primera vez que he tratado intencionalmente de ser graciosa con mi trabajo y se siente fantástico cuando llegas a la gente a través del humor. También es la primera vez que me estoy poniendo a mí misma (físicamente) allí afuera y dejándome disponible para ser criticada o juzgada, lo cual puede ser escalofriante. Pero una vez que lo has hecho, el miedo se va y eso solo te hace sentir más fuerte. (Pasamos tanto tiempo perfeccionando nuestros avatars en línea —asegurándonos que los demás nos perciban bellos, interesantes, misteriosos, cools, etcétera, etcétera—, y promoviendo nuestra existencia en las redes sociales posteando atardeceres, a nuestros recién nacidos o fotos de nuestra comida, que es realmente liberador no tomarse tan jodidamente en serio, y también por eso es que quise posar así en las fotos).

Una pose de una pose. Expusiste a los escritores y la idea de lo cool que brilla cada vez que encienden un cigarrillo. ¿Qué tanto de esto fue intencional y qué tanto fue inesperado?

Todo fue planeado. Una pose siempre es intencional, ¿no?

¿Qué crees que ha tenido un mayor impacto: la ridiculización del estereotipo del macho cool, la arremetida contra los clichés del marketing editorial o el énfasis en la desigualdad de géneros?

Es difícil separar completamente esos tres aspectos, y por eso es difícil decir exactamente cuál ha tenido un mayor impacto. A veces siento que las repercusiones han estado más enfocadas en cómo me las arreglé para que los autores se vean tontos más que en la demostración de que las mujeres escritoras no posan así (pero ese también era un aspecto importante que quería resaltar: ¿por qué no les pedimos a las mujeres escritoras que posen como ellos?).


Eres artista y escritora, ¿crees que esta serie puede ser vista como un proyecto artístico?

Sí, ¿por qué no? Lo veo como un proyecto artístico porque estoy tratando de materializar ideas. Quise resaltar el contraste de cómo la sociedad maneja el género colocando dos fotografías, una al lado de otra. Y al usar mi propio cuerpo como una herramienta lo veo como un acercamiento artístico. También le di un título para mostrar que quiero decir algo. El arte siempre está tratando de decir algo, ¿no?
Para este proyecto, Twitter indudablemente ayudó a exhibir las fotos. Si funciona, Twitter puede ser una herramienta muy útil para llamar la atención sobre todo tipo de expresiones artísticas. Ai Weiwei es un gran ejemplo de alguien que usa Twitter para su arte, que en su caso está extremadamente enlazado con la política.


Compartir