Alejandro Zambra: «A Georges Perec lo resucitaría y también le daría la vida eterna»

Fotografía de Alexandra Edwards
“La primera vez que tomé conciencia del Ecuador fue a los diez años, con unos amigos muy nerds buscábamos palabras que tuvieran las cinco vocales. Y ahí apareció: ecuatoriano”.
Eso fue lo que nos respondió el escritor Alejandro Zambra (Santiago de Chile, 1975) cuando lo contactamos para hacerle las #Matapreguntas y le pedimos que nos contara lo primero que se le ocurriera sobre nuestro país.
Reconocido como uno de los mejores autores latinoamericanos de su generación, Zambra ha escrito, entre otros libros, la novela Formas de volver a casa (Anagrama, 2011), la colección de ensayos No leer (Alpha Decay, 2012) y el reciente volumen de cuentos Mis documentos (Anagrama, 2013). Zambra es profesor de la Universidad Diego Portales, en su ciudad natal.

¿Cuál es el primer libro que recuerdas haber leído?
La cerilla sueca y otros cuentos, de Chéjov, en una edición que parecía para niños pero no lo era.
¿Cuál fue el último libro que leíste?
Reinos, de Romina Reyes.
¿Qué te gustaría hacer que no tenga que ver con la literatura?
Me gustaría tocar muy bien, con verdadero virtuosismo, el pandero.
¿Qué título le pondrías a tu autobiografía?
Qué pregunta más deprimente. No la contesto.
¿A qué escritor resucitarías y para qué?
A Georges Perec lo resucitaría y también le daría la vida eterna. Para que escribiera más libros y pudiéramos leerlos, naturalmente.
¿De qué personaje literario te gustaría ser amigo o amante?
De Dorotea, a.k.a la princesa Micomicona, del Quijote. Me encanta.
¿Cuál sería el soundtrack ideal para el fin del mundo?
Me temo que en Chile sería “I feel the earth move”, de Carole King. Bueno, en realidad sería la peor.
¿Quién es el autor más sobrevalorado? ¿Y el olvidado injustamente?
Muchos son los sobrevalorados, pero para qué hacerles publicidad. Entre los muchísimos olvidados o semiolvidados, los poetas chilenos Luis Omar Cáceres y Carlos de Rokha.
Si la supervivencia de la literatura dependiese, como en Fahrenheit 451, de memorizar un libro, ¿cuál elegirías y por qué?
Cualquier libro muy corto.
¿Cuál ha sido tu peor trabajo?
Cartero. Pero no fue tan malo. Una vez firmé diez mil tarjetas de navidad suplantando al gerente de una empresa. No fue tan mal trabajo tampoco, pero sí fue el más ridículo.
¿Cuál es tu secreto peor guardado?
La claustrofilia.
¿Qué cantas en la ducha?
En días más o menos felices, “Sir Duke”, de Stevie Wonder. En los demás “Obediencia debida”, de Instrucción Cívica, y “Any day now”, de Chuck Jackson.
Estás a punto de morir, escribe tu último tuit.
Tendría que estar muy solo como para escribir un tuit en la inminencia de la muerte. No quiero ni imaginarlo.

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