7 preguntas a Karina Sánchez, librera

Es común que los consultorios de médicos y abogados tengan a la vista una serie de diplomas y reconocimientos enmarcados y colgados en la pared. Son el símbolo de una educación recompensada. En la librería Tolstói, en cambio, hay un solo cuadro que puede ser visto como el equivalente de los anteriores. Están los datos biográficos, la posición en el mercado y una simple frase de Roger Chartier que contiene el ánimo del lugar: «La librería es una de las raras instituciones capaz de reconstruir alrededor del libro la sociabilidad que hemos perdido».
Karina Sánchez, propietaria y única dependiente de Tolstói, describe su librería como un proyecto independiente y que se aleja de las tendencias del mercado. Conversamos con ella para Matavilela sobre el oficio de librero y el espacio de las librerías en la sociedad actual.


¿Cuánto tiempo tienes con la librería y cómo llegaste a la idea de tenerla?
La libreria cumplió tres años en abril pasado. Soy lectora compulsiva desde los 14 años, leo mucho, siempre me han gustado los libros. Estudié una licenciatura en Arte y ahora estoy en una maestría. Mientras tanto trabajé en una libreria grande por dos años y medio. Tenía ahorros, pero lo bueno es que antes yo vivía aquí, y no pago arriendo, por eso se me ocurrio ponerla en este lugar.

¿Qué se necesita para ser librero y qué lo diferencia de un vendedor de libros? ¿Tú te consideras librera?
Sí, me considero librera. La diferencia entre un librero y otra persona que solo atiende o es vendedor es que el primero tiene que ser un conocedor de los libros. Y necesita conversar con la gente, porque ellos no solo regresan por los libros sino por el ambiente y la conversación. La tendencia de las librerías grandes es contratar gente cada vez más joven, allí es muy dificil encontrar libreros o alguien que quiera hacer de los libros su profesión. Y uno le apuesta a libros que no se venden tan pronto o que no son masivos.

Con Internet y los libros digitales, ¿qué lugar le queda a la librería?
Creo que las librerías pequeñas y con libreros tienen mayores posibilidades de hacerle frente al libro digital; son las que van a sobrevivir. Creo que las librerías grandes son las que corren más peligros con lo digital. Los espacios pequeños tienen ese plus que es la atención personalizada con el cliente, que no tienen las librerías de cadena.

¿Cuál es tu relación con Internet?
Abrí un blog para la librería pero lo tengo descuidado. Facebook me ha ayudado un montón, me ha dado publicidad y por ahí suelen pedirme libros. Todo el mundo está en las redes sociales ahora. Acá han llegado por Facebook, pero sobre todo por el boca a boca entre la gente que me conoce, sus amigos y las personas a las que recomiendan. También tengo una lista de correos a los que envío las novedades de cada mes.

¿Se puede vivir de tener una librería?
Sí, sí. Al principio, los primeros seis meses o el primer año, es difícil; pero si ya pasaste el primer año el resto es más fácil, sí te da para vivir, no como para hacerte millonario pero sí para vivir. Creo que la ciudad y el país necesitan de este tipo de librerías pequeñas que sí tienen un público, que sí existen personas interesadas en los libros.

Si no tuvieras la librería, ¿en qué te gustaría trabajar o qué preferirías hacer? 
No lo sé, hubo un tiempo en que tenía la idea de tener una juguetería…

¿Te gustan los niños?
No, me gustan los juguetes.


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